La zooterapia es una metodología psicoeducativa, en la cual interactúan animales y terapeutas especializados con el fin de tratar una enfermedad como el autismo, sobre todo en niños.
Sus usos apuntan a la rehabilitación psíquica (depresión, fobias, impulsos agresivos, relajación), física (secuelas de accidentes cerebrovasculares, plejias, paresias) y social.
Niños con autismo
Un interesante caso en el que la terapia con animales ha logrado un gran avance es en el caso de los niños con autismo y trastornos del desarrollo. En algunos casos, a través de sesiones con perros entrenados, los chicos con estas características han logrado cambios impensados bajo otras circunstancias, como por ejemplo, tratar de alejar el animal de su rostro.
Se ha comprobado que el perro, con su afecto y comportamiento, no sólo es capaz de despertar su interés sino también de lograr que el niño encuentre una manera de relacionarse con él. Así, los perros se han convertido en nexos fundamentales entre los pacientes y sus terapeutas.
Los perros
Los perros se caracterizan por tener una relación muy estrecha con sus dueños quienes los consideran parte de la familia. Ellos favorecen la sociabilización de los pacientes simplemente a través de la acción de sacarlos a pasear. Asimismo, al cuidar de los animales, los pacientes adquieren responsabilidades que aumentan indirectamente su autoestima.
¿Cuál es la clave de la zooterapia?
La explicación científica del fenómeno de la zooterapia se encuentra en el sistema nervioso central y, específicamente, en el sistema límbico del cerebro, encargado de regular el componente emocional de nuestra conducta.
El contacto con la naturaleza genera la liberación de unas sustancias llamadas endorfinas, las cuales estimulan sensaciones de tranquilidad que distienden y gratifican nuestros procesos mentales.
Estos resultados son aparentemente mayores y más notorios en los niños, debido a que en ellos predomina el pensamiento afectivo por sobre la racionalización.
No sólo los perros son utilizados para estas prácticas, sino también gatos, caballos, conejos y hasta, incluso, delfines.
Por otro lado, para facilitar la recuperación de cualquier enfermedad, son de vital importancia las situaciones de alegría, tranquilidad y optimismo. Por todo esto, la terapia con animales induce a una rápida eficiencia en el tratamiento, así como también de resultados sorprendentes en la evolución del paciente.
En el caso de los niños autistas, el animal refleja con su conducta la del niño que juega o interactúa con él. Por ejemplo, si lo rechaza, el perro solo se echa a su lado a observarlo y luego insistirá hasta que lo acepte dentro de su mundo. Si la respuesta del niño es positiva, puede pasar todo el rato saltando a su alrededor y jugando. Una vez que comienza a interactuar con el perro, se empiezan a dar cambios que no habían ocurrido hasta entonces. La importancia de esto es que logra sacar al paciente de su mundo interior.