Altos de Tinogasta, primer fideicomiso productivo de viñedos y olivares de Catamarca, presenta su vino de elaboración propia, Venerable Chardonnay, un ejemplar exclusivo de la finca que representa la fidelidad del terroir, con las notas típicas de la cepa, a las que se suman las características de su lugar de origen.
Los socios inversores del proyecto, así como el público general, ya pueden disfrutar de este varietal, cosecha 2013, que deslumbra con sus toques especiales. A la vista, muestra una elegante tonalidad amarillo verdoso, con reflejos dorados. En nariz, sus notas recuerdan primeramente a frutas tropicales, para dar paso a los aromas característicos de frutas blancas como manzana y ananá.
En boca se muestra como un vino fresco y ágil, con un centro intenso. De acidez equilibrada, esta cepa considerada una de las blancas más finas, forma parte de la línea Venerable que Altos de Tinogasta desarrolló junto con otras cepas tintas como Syrah, Malbec, Tempranillo y Cabernet Sauvignon, cada una con las características propias obtenidas de Tinogasta, Catamarca.
Altos de Tinogasta nació en un rincón de la provincia de Catamarca con 400 hectáreas de tierras vírgenes, agua rica en minerales, a 200 metros de profundidad, termas naturales y la Cordillera de los Andes como telón de fondo.
El modelo de negocio que propone la finca permite a pequeños y medianos inversores ser parte de un emprendimiento de gran escala, cumplir con el sueño de tener un viñedo y olivar propio y ser dueños de una parte proporcional de la bodega y la fábrica de aceite de oliva.
Se trata de una inversión en la que el activo financiero no sufre depreciación, sino que aumenta su valor, producto de la maduración y el incremento de frutos, así como la revalorización de la tierra.
Diego Torrea, gerente comercial de Altos de Tinogasta, explicó que, siendo una explotación agroindustrial orientada al mercado local y externo, el negocio permite atenuar los riesgos y vicisitudes de política y economía inestable.
“Creamos un circuito de exportación que nos permite comercializar los productos y recibir divisas. Podemos recibir la inversión en pesos y otorgar rindes en pesos al valor de conversión de los dólares porque la producción se exporta en gran parte, y porque al mismo tiempo el valor de la parcela, como casi todos los activos inmobiliarios, mantiene su valor y se capitaliza generalmente acompañando el valor de esa moneda”.