El silencio puneño se come la señal de los teléfonos y la altura se traga los signos de urbanidad: la electricidad, el asfalto, los autos, los ruidos. Las montañas cambian de color con cada golpe de vista y el cielo
El silencio puneño se come la señal de los teléfonos y la altura se traga los signos de urbanidad: la electricidad, el asfalto, los autos, los ruidos. Las montañas cambian de color con cada golpe de vista y el cielo