La empresa estatal Arsat firmó un acuerdo que dejará al próximo satélite Arsat 3 bajo control de la empresa estadounidense Hughes. El acuerdo supone la creación de una nueva empresa llamada Newco que construirá y gestionará al satélite y estará controlada en un 51 por ciento por Hughes. La oposición y especialistas afirman que el convenio viola la ley de soberanía satelital.
En octubre 2014 Argentina celebraba uno de los logros más importantes en materia tecnológica: el lanzamiento del Arsat 1, el primer satélite geoestacionario argentino (no gira alrededor de la tierra, tiene una órbita fija) que brinda servicio de Internet, telefonía celular y mejor señal de Televisión Digital Abierta.
«No solo brindará soberanía y achicará la brecha digital, sino que permitirá ahorrar 25 millones de dólares al año en el alquiler», explicaba el Ingeniero Industrial Matías Bianchi, Presidente de AR-SAT hasta 2015. «Los servicios brindados por el satélite llegaban desde escuelas rurales hasta sitios donde anteriormente era imposible llegar a través de un cable de fibra óptica».
En septiembre 2015 lanzaban el segundo satélite argentino: el Arsat 2, superando al 1 en cuanto a su posición cuyo alcance abarcaba desde Canadá hasta Malvinas y la Antártida. Además, tiene la capacidad de transmitir multimedia y está preparado para que las fuertes lluvias no afecten el funcionamiento.
Faltaba el lazamiento del Arsat 3, pero el gobierno de Mauricio Macri eligió otro rumbo y demostraron su falta de interés por los satélites nacionales: “No hay intención de desarrollar la industria satelital», afirmaba el ex Presidente de AR-SAT cuando se lo consultaba sobre el gobierno de turno.
Plan Satelital Argentino
En noviembre de 2015, se creó el Plan Satelital Geoestacionario Argentino 2015-2035 como política de Estado: se planeaba la construcción de al menos ocho satélites a partir del autofinanciamiento: el siguiente satélite se construiría con los servicios vendidos por el anterior. Los ingresos también se utilizarían para realizar tareas de investigación con el objetivo de mejorar la plataforma y aumentar el porcentaje de componentes nacionales y regionales del satélite.
Mauricio Macri puso al frente de AR-SAT a Rodrigo de Loredo, yerno del ex ministro de Comunicaciones Oscar Aguad. En menos de un año, el Gobierno paralizó la construcción del Arsat 3 y autorizó a empresas satelitales extranjeras que son competencia directa de AR-SAT a operar en el país.
«Está claro que este Gobierno no apuesta a la industria nacional, sino que va hacia una dependencia tecnológica. Si la política es abrir los cielos y dejar que entren los grandes operadores satelitales, me parece que no tiene mucho sentido el desarrollo nacional», explicaba en noviembre de 2016 Matías Bianchi. «Dejamos una ley que tenía un plan de negocios y los contratos firmados para el Arsat 3. Ni siquiera era necesario financiamiento del Estado porque en el plan a 20 años está contemplado que provenga de los servicios que la empresa comercializa», agregaba.
Arsat 3
Hughes controlará la mayoría accionaria porque será la encargada de poner la mayoría de los fondos para la construcción ya que el gobierno dejó en claro que no está dispuesto a seguir financiando satélites con fondos públicos.
Sectores de la oposición y especialistas del sector cuestionan la iniciativa porque argumentan que viola el artículo 10 de la ley 27.208 de Soberanía Satelital que exige la autorización del Congreso para avanzar con “cualquier acto o acción que limite, altere, suprima o modifique el destino, disponibilidad, titularidad, dominio o naturaleza de los recursos esenciales y de los recursos asociados (…) que pertenezcan o sean asignados a Arsat”.
Además, el convenio termina con el plan satelital geoestacionario argentino y resigna el desarrollo de la banda Ka, que permite brindar Internet de banda ancha a usuarios finales, a manos de Newco, que será controlada por Hughes.
El programa El Destape reveló la carta de intención y las concesiones que contempla. Según esta información, el Gobierno habría aceptado que la compañía estadounidense se quede con el 51% del Arsat 3 y con el espacio orbital que le correspondía al país. Además, podrá llevar al exterior los dividendos que se generen, que hasta ahora eran para financiar futuros satélites.
Otra crítica que se hace es que para el nuevo satélite se comprará tecnología a Estados Unidos (a la firma Thales Alenia), mientras que en los dos primeros se usó al menos un 30% de elaboración argentina.