Los glaciares son muy sensibles a los cambios del clima y si la temperatura general aumenta, los glaciares se derriten más; pero si las precipitaciones aumentan, los glaciares crecen. Esos elocuentes cambios en el volumen de los glaciares fueron estudiados por un grupo internacional de científicos, entre los que participaron tres investigadores del CONICET.
Los glaciares ocupan más de 31 mil kilómetros cuadrados de hielo a lo largo de toda la Cordillera de los Andes –que se extiende desde Venezuela hasta Tierra del Fuego- y en algunas regiones áridas –como en La Paz, Bolivia- son fuente de agua a las ciudades; en otras –como al sur del continente- repercuten en el aumento del nivel del mar; y además, cumplen la función de ser uno de los mejores indicadores del cambio climático.
“Analizamos por primera vez la evolución de todos los glaciares de las diferentes zonas climáticas de los Andes durante los últimos veinte años”, explicó el investigador del CONICET Lucas Ruiz, que junto con Pierre Pitte y Mariano Masiokas -los tres investigadores del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA)- participaron desde Argentina. El equipo de científicos, liderado por Inés Dussaillant de la Universidad de Toulouse, se completa con colegas de diferentes instituciones de Francia.
Conclusiones de la investigación
«Vimos, por ejemplo, que la pérdida de masa en los glaciares ubicados en los trópicos y en el sur de la Patagonia se mantuvo a una tasa elevada y constante en los últimos veinte años. Pero en los Andes Áridos y del Norte de la Patagonia, desde Salta hasta el sur de Chubut, entre 2009 y 2018 los glaciares perdieron masa a una tasa más elevada que entre 2000 y 2009, lo que marca que hubo un cambio de régimen climático”.
Los científicos asociaron este aumento en la pérdida de masa glaciar en la región central de los Andes con la megasequía que está sufriendo la región en el último tiempo. En los Andes de Mendoza y San Juan, puntualmente, entre el 2010 y el 2018, se registró uno de los períodos más secos de la historia. «El problema –advierte Ruiz- es que, si los glaciares se siguen achicando, en el futuro no vamos a tener esa `caja de ahorro` desde donde sacar agua, que son los glaciares”.
Los estudios sobre las proyecciones de cambio de los glaciares en el futuro vaticinaban que hacia finales de este siglo, en los escenarios más optimistas, el volumen perdido de los glaciares sería de un treinta por ciento del volumen actual. Mientras que en los escenarios más pesimistas, si las emisiones de dióxido de carbono al medio ambiente siguieran siendo como hasta ahora, la pérdida de volumen glaciares sería el doble: desaparecería un sesenta por ciento del volumen actual.