Texto: Esteban Raies
El sistema hace y rehace los vehículos, les agrega una prestación insignificante y los lanza –y relanza- al mercado con un impresionante aparato publicitario que los hace parecer invencibles. Hubo un hombre que sin publicidad, pero con ingenio y creatividad, inventó un automóvil y lo hizo de una vez y para siempre: el rastrojero.
La creación de Raúl Gómez, cuya vida se apagó en el 2014 a sus 90 años en Rosario, puede palparse en un acto simple: ver hoy día muchos rastrojeros andando por calles y avenidas, por rutas con barro, por caminos rurales, por trazas de ripio, ajenos al paso del tiempo y los miles de vehículos que lo sucedieron.
Raúl había nacido en 1924 en Roque Sáenz Peña, provincia de Chaco. Como muchos chicos se sintió atraído por los autos cuando se metió en el taller del concesionario Ford que tenían sus tíos. Cuando creció, viajó a España, pero volvió a estudiar en Rosario en la Escuela Industrial de la Nación (hoy Instituto Politécnico de Rosario), anexa a la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional del Litoral, y se recibió de Técnico Mecánico.
Los motores -de todo tipo- movían su pasión. Se mudó a La Plata para estudiar Ingeniería Aeronáutica en la universidad, donde fue alumno de Clodoveo Pasqualini, por entonces asesor en la Fábrica Militar de Aviones; a través suyo ingresó en 1950 a ese establecimiento, en el Departamento Planta Motriz, dedicado a los bancos de ensayo de los motores a pistón y a reacción del avión Pulqui II.
Pero su vida en el Instituto Aerotécnico de Córdoba (INSTITEC) estaría signada por el proyecto de la construcción de automóviles, donde se puso a las órdenes del ingeniero Monserrat, primer Director de la Fábrica de Automóviles.
En 1952 la vida de Raúl Gómez dio un vuelto: se le encargó el desarrollo de un vehículo utilitario a partir de elementos de los 2.500 tractores Empire, importados desde Estados Unidois, que habían sido adquiridos por el Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio (IAPI) y ahí surgió la idea y creación del conocido Rastrojero, del cual fue el Jefe del Departamento y luego de Producción.
Tras apenas 87 días construyó el primer prototipo, lo presentó junto con la rural Gauchita y a los autos Institec el 1 de mayo de 1952. Con los prototipos aprobados se inició la producción que se inició ese mismo año y se prolongó hasta 1980, en diferentes versiones y motorizaciones.
El Ingeniero Gómez permaneció en Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado (IAME) hasta el 30 de abril de 1956. Luego de esta experiencia retornó a Rosario e ingresó en la fábrica de amortiguadores Fric-Rot donde se desempañó en diferentes puestos hasta su jubilación.
Cuando su familia confirmó su muerte, supimos que se había ido el hombre que pergeñó el modelo más emblemático (pero con menos publicidad) de la historia de la industria automotriz argentina. Ni más ni menos que el padre del rastrojero.
Un documental sobre el rastrojero
Los realizadores Marcos Pastor y Miguel Colombo trazaron una biografía de los vehículos automotores paridos en las Industrias Mecánicas del Estado. Particularmente de la camioneta Rastrojera, cuyo nombre, a pura presencia bruta, se generalizo y terminó designando a toda una raza de vehículos anteriores a la aparición del concepto 4X4.
A partir de una serie de entrevistas a ex operarios de la fábrica y de un uso extensivo del material de archivo, el filme se empeña en ordenar una cronologia que no permite mayores descubrimientos respecto de los cambios en las políticas industriales de los últimos sesenta años, aunque los espectadores más jovenes podrán conocer uno de los emblemas del progreso -a su vez, un símbolo peronista- mas fijados en la memoria colectiva nacional. Lejos de los medios de transporte y sus diversas involuciones.