«La historia oficial», de Luis Puenzo, el primer film argentino en ganar un Oscar, se reestrenó en copia remasterizada el jueves último, coincidiendo con el día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, y convocó tres décadas más tarde a jóvenes nacidos en democracia, para quienes las imágenes sobre la apropiación de hijos de desaparecidos a partir del golpe militar de 1976 es «como ver fotos del dolor de algo increíble que pasó acá».
La película protagonizada por Norma Aleandro y Héctor Alterio, fue una de las dos únicas en lograr un Oscar -en 2010 repitió ese logro «El secreto de sus ojos», de Juan José Campanella- y su trama escrita por Aída Bortnik y Puenzo sigue vigente a 40 años del golpe de Estado y a 30 de su estreno.
Los espectadores nacidos en democracia, especialmente los menores de 30, parecen sumarle a la emoción -tantas veces reflexiva- el asombro provocado por «lo impensable, porque para los pibes de hoy los relatos de la
dictadura resultan totalmente fuera de lo habitual, por eso decidí venir con mi hijo Sebastián de 14 años», dice Martín, psicoanalista, a la salida del cine Lorca.
«Fui militante -continúa mientras mira al adolescente parado a su lado- de la Franja Morada, la vi cuando estaba en primer año del secundario, para mí era un deber cívico traerlo, un aporte más para ayudarlo a pensar su país,
de dónde venimos, lo que atravesamos», dice a cuarenta años del golpe más sangriento de la historia argentina.
Las narraciones se enhebran como collares de perlas cotidianas al término de las funciones y cada narrador agrega su retazo de vivencia personal a la cinta. «Mi vieja me hinchó para que viniera, hasta me dio el voucher del ‘2 x 1’,
no se puede creer la bestialidad hacia los chicos, pensar en un estado capaz de robar hijos a las madres, la tortura, los cuerpos que no aparecen todavía, no da, la verdad es que no da», se indigna Francisco, estudiante de
18 años.