Dicen algunos de los seis mil habitantes de Cañada Rosquín, al sur de Santa Fe, que su pueblo nació «con un pan debajo del brazo» y que la gente del lugar «creció amasando esperanzas». Lo dicen con orgullo y en honor a la familia Zanello, dueños durante más de un siglo de una de las panaderías más antiguas del país: Panadería Zanello, la cual cumplió en octubre 125 años siendo un hito santafesino y lo celebra el próximo 12 de noviembre junto a los vecinos.
La panadería nació junto con el pueblo allá por el año 1891 de la mano del italiano Bautista Zanello, quien tuvo que cerrar su panadería en Italia a causa de la guerra europea. Juan Miguel Zanello es su bisnieto y el actual dueño. Cuenta que: «Somos la cuarta generación de panaderos Zanello, no sé si en el país hay un negocio con 125 años de antigüedad produciendo pan y que pertenezca a la misma familia. La fundó mi bisabuelo, continuó mi abuelo, luego mi padre y ahora nosotros».
Entre los clientes Juan recuerda a don Onildo Gieco, el padre del músico León Gieco, quien también ha sido cliente.
En sus inicios la familia Zanello repartía pan en los alrededores de Cañada Rosquín. «Principalmente se fabricaba pan, galletas y bizcochos. El reparto lo hacíamos en jardineras o en sulkis una vez a la semana. En aquel tiempo los clientes rurales eran familias muy numerosas y en cada casa se llegaba a dejar entre quince y veinte kilos por semana», explicó Juan, quien a los trece años ya trabajaba en la panadería y cuenta -con orgullo- que si bien la tecnología para la panificación cambió, muchos productos se hacen en forma artesanal, porque hay cosas que requieren la mano del hombre, como antes.
La panadería que se fundó durante la Presidencia de Carlos Pellegrini llegó a tener clientes que le compraron en forma ininterrumpida a lo largo de más de setenta años. «Acá desde el hijo, el padre, el abuelo, todos alguna vez vinieron a comprar a esta panadería».
El presente de la Panadería Zanello
El paso de los años estuvo acompañado de nuevos proyectos y la panadería se fue adaptando a los tiempos modernos. Aquel local de 1928 tuvo productos que se fueron sumando a las góndolas día a día: una cafetería y una heladería fueron las últimas incorporaciones.
A los tradicionales productos que le dieron vida, las generaciones que por allí pasaron le fueron sumando alfajores, productos de repostería y sandwichería. Por eso en 2016 la fábrica cuenta con más de 50 productos. “Me quedo con el alfajor de maicena y los madrileños – los de hojaldre – como productos estrella. Son los que nos caracterizan en toda la región”, se enorgullece su dueño.
Actualmente la distribución llega a El Trébol, Carlos Pellegrini, San Jorge y Cañada Rosquín y trabajan con nueve empleados fijos y un grupo mayor durante los fines de semana debido a la fuerte demanda.
¿Dónde queda? López 345, Cañada Rosquín, Santa Fe, Argentina.
Fuente: Télam