En un paraje rural de Mburucuypa, Corrientes, una niña de 12 años falleció el sábado 9 de septiembre luego de comer una mandarina. Según la autopsia realizada a la niña Rocío, había veneno en su organismo, era una fruta con agrotóxicos.
El furadán fue posiblemente el veneno que utilizaron para fumigar los cítricos y el que mató a Rocío. Su uso indiscriminado es sinónimo de impunidad: el descuido, la indolencia y la facilidad de utilizar agrotóxicos mortales para fulminar a los pájaros que acechan los cultivos de arándanos.
El abogado de la familia, Francisco Pisarello, explica los detalles de una historia con un veneno que es el mismo que mató 300 perros en un pueblo cercano a La Plata. Por supuesto que el furadán está prohibido en Estados Unidos y la Unión Europea.
Pisarello ubicó el portón a unos 90 metros de la vivienda de los chicos. “Es un portón grande que da a un establecimiento citrícola, de producción de mandarinas”. Una de las frutas estaba al lado del portón. “Rocío la levantó, la partió, comió ella la mitad y le convidó a Damián”. El resultado fue fulminante: “se paralizó casi en forma instantánea”. Damián, con una descompostura atroz, volvió a la casa como pudo. La nena murió en el hospital de Mburucuyá. La causa judicial está caratulada “Muerte por envenenamiento”.
Rocío iba a tomar la comunión. Por eso iba con su sobrinito Damián camino a la capilla Santa Librada, a unos 1.500 metros de su casa. La catequista solía oler las fumigaciones con agrotóxicos periódicamente. Rocío tenía doce años y Damián diez.
El abogado describió un procedimiento frecuente en la producción de cítricos: “el raleo es quitar algunas frutas de la planta, las que sean de menor calidad, para que la producción en sí sea la mejor. A ésas se las traslada”. “¿Qué se hizo con el resto de las frutas cosechadas?” Aparentemente, se las cargó en canasto de plástico sobre un carro tirado por un tractor. “Por el traqueteo del tractor, la mandarina que comió Rocío se cayó a la salida”.
Según Pisarello, esas frutas, “posiblemente inyectadas de furadán”, son utilizadas para “matar a los pájaros” en el cultivo de arándanos “en otro establecimiento a 1500 metros” de la zona entre Saladas y Mburucuyá.
Los especialistas explican que luego de usado los agrotóxicos “queda en la tierra, el pasto y el agua durante tres días, con un efecto residual. El tóxico lo comen los gatos y se mueren; al gato muerto lo picotea la paloma y también se muere y más tarde el gato come a la paloma envenenada, y así. Es todo una cadena”.
El carbofurano (fudarán) es uno de los insecticidas más tóxicos para los seres humanos, entre aquellos que se utilizan para la producción de alimentos. Un cuarto de cucharadita (apenas un mililitro) puede ser fatal.
Fuente: Agencia de Noticias Pelota de Trapo, por Silvana Melo.