Hace un año y medio, Ariel Magnani se puso a la cabeza del restaurante emblema de Villa Pehuenia: Los Radales. Lo hizo sin egos: siguió las recetas del antiguo dueño, formó en la cocina a Julio, le sumó a la cocinera anterior y no se subió a ningún cerro que no pueda escalar: pensó en un lugar sencillo, con aires de bodegón y comida casera. Y apenas uno entra cae en la cuenta de que lo logró.
La historia la narra el propio Ariel, que desde hace un rato está sentado en esta mesa para avisar que comerá con nosotros. Mientras elegimos los platos, se ocupa de pedir el vino y las empanadas que enamoraron al cheff Cristophe Krywonis, que estuvo aquí hace algunas semanas cocinando una salsa que hoy mismo comeremos, deshuesando un cordero y contando sin misterios sus técnicas culinarias.
A través de los grandes ventanales se ve el lago Pollo Laufquen rodeado de ñires rojos y dorados, escoltado de cerros primero y de la Cordillera de los Andes después. El restaurante, que no descansa en ninguna de las estaciones del año, está ubicado dentro de un paisaje de cuentos, rodeado de cerros, montañas que comenzaron a nevarse, volcanes, y los lagos Aluminé, Moquehue, y otros más pequeños que escaparon de los mapas.
Los platos fueron elegidos por Ariel: cordero a la cacerola con papas, trucha al limón y sorrentinos de cordero con salsa de hongos. Más tarde llegará el postre con frutillas, frambuesa, arándanos y cassis de la zona acompañados con helado de crema.
«Las carnes que servimos son orgánicas, los animales caminan por toda la Villa y hasta comen rosa mosqueta», cuenta mientras saboreamos la textura magra y sabrosa del cordero. Lo mismo ocurre con las verduras y los frutos rojos, con las pastas y la salsa de hongos: todo aquí es fresco y no tiene procesos industriales.
Una historia patagónica
La historia de Ariel tiene mucho de coraje y casualidad: estudió turismo en Buenos Aires y por impulso de un profesor viajó a El Calafate en 1996 para hacer una pasantía por tres meses. El plan era modesto: capacitarse, aprender y volver a Villa Ballester, pero la aventura duró ocho años. “Me enamoré de la gastronomía”, explica.
Fue y vino por cocinas de alta categoría y volvió a Buenos Aires para acompañar a su papá. Lo hizo hasta donde lo dejó la vida y en 2015, cuando ya Don Magnani había partido al silencio, tomó a su mando la fábrica de carrocerías que había fundado su padre. Le tocó manejarla con un gobierno que abrió la importación sin control y empezó a hundirse.
Con 10 empleados y lleno de bronca, Ariel quería volar todo por el aire, pero escuchó que su hermano le decía “papá no nos enseñó eso”. Entonces vendió lo que tenía y se portó como no suele portarse casi ningún empresario argentino: pagó las indemnizaciones de todos y empezó otra vez, desde cero. Lo cuenta Ariel bajo la luz de Los Radales y sus ojos se cristalizan con esas lágrimas gruesas que a veces lloran los hombres.
Alguien lo llamó desde Villa Pehuenia; le dijo que había un restaurante en venta. Ariel consiguió un dinero inicial y se embarcó en una deuda que de a poco va cancelando. Un año y medio después puede decir que no se equivocó.
Acaban de declarar a Villa Pehuenia capital provincial de la gastronomía y él ya piensa en platos y preparaciones, en ideas atractivas para que los turistas de Neuquén y Cutral Co vengan a la villa a disfrutar los fines de semana.
Abierto las cuatro estaciones
Los Radales conserva las características de un bodegón y a la vez mantiene la elegancia: porciones grandes -algunas para compartir sin dudar- , de elaboración casera y orgánica, con una selección minuciosa de las materias primas.
Abre todo el año y en invierno, a pesar de que la nieve puede llegar al metro, las cosas se complican pero continúan: «Hacemos delivery con nieve y con tormentas», explica este hombre que, junto con un equipo de trabajo profesional y cordial (Julio en la cocina, Alejandro en el servicio de mesas), logró algo muy difícil en estos tiempos: el éxito y el afecto de todos los que lo conocen, porque además de ser el dueño del mejor restaurante de Villa Pehuenia, Ariel es una gran persona.
Fotos: Esteban Raies
Más info:
Restaurante Los Radales
Los Cipreses esquina Los Coirones – Villa Pehuenia – Neuquén.