¿Cómo se puede narrar la brutalidad de la existencia? ¿Es posible capturar esa fuerza que empuja la vida sin ninguna dirección precisa? En la novela del norteamericano Denis Johnson, Sueños de trenes, se intuye algo. Por Gabriela Koolen.
Robert Grainier es un jornalero del oeste americano de principios del siglo XX que pierde a su mujer en un incendio, siniestro que también se devora la mitad del pueblo. Granier siente la pérdida y le busca un sentido a su vida.
Sus días transcurren como leñador, derribando árboles hasta arrasar los bosques ya que el progreso anuncia la llegada del ferrocarril y es necesaria la madera para los durmientes. Grainier encuentra cobijo viviendo como un ermitaño, recluido en el bosque sin más compañía que una perra y las cenizas de su vieja casa que lleva encima.
La novela avanza sobre su vida, la de un hombre comun que, resignado a sostener su pérdida que se filtra sin quererlo en la vida cotidiana de los habitantes de su comunidad.
El autor vive lejos de la publicidad, pese al culto que se creó alrededor suyo. El ganador del National Book Award en 2007 con su novela Árbol de humo, escapa del periodismo y de sus admiradores en Idaho, donde vive.
Johnson nació en Munich y se crió entre Tokio, Manila y Washington. Es autor también de Hijo de Jesús, Que nadie se mueva y Libre bajo fianza. Sueños de trenes, Denis Johnson (RHM, 2015).