Los vinos de Antonoio Más resumen cincuenta años de la industria del vino.
Testigo y protagonista tanto del presente como del pasado reciente del vino argentino, su nombre es una referencia ineludible a la hora de comprender la evolución de la industria en los últimos 50 años.
Nacido en Mendoza y recibido allí como Ingeniero Agrónomo en el año 1968, dio sus primeros pasos ese mismo año en la provincia de Río Negro, que por aquel entonces corría muy por detrás de su tierra natal en términos de cultivo de vid y producción de vinos.
Tan es así que las uvas blancas y tintas crecían entremezcladas en el mismo viñedo, las que se vinificaban todas juntas, algo que ya inquietaba a aquel joven agrónomo, quien ya percibía que nada bueno podía salir de tamaña uniformización. Buena parte de los años venideros le tocó transformar esa realidad junto con otros hombres de la época, formando parte de la generación que fundó las bases del actual terroir patagónico. Una búsqueda por la expresión genuina de cada región, que no hacía más que comenzar.
Unos cuantos años después, a inicios de los ´90 y ya de regreso a su Mendoza natal, su obsesión por la calidad lo llevó a iniciar su primer proyecto propio, por el cual lo conoció el mundo entero: Finca La Anita. Fue allí donde encontró su segundo gran desafío: desarrollar una bodega a escala humana, en un contexto en el que reinaban las de tamaño industrial y todo estaba dimensionado para éstas, comenzando por la tecnología.
Mas comenzó a desarrollar su propia maquinaria, inventando todo tipo de equipamientos dimensionados a su baja escala y a la alta calidad que perseguía. Incluso tuvo que importar barricas por sus propios medios ya que no se conseguían de otro modo.
El resultado fue el nacimiento de las bodegas boutique en la Argentina, término con el que nunca se sintió cómodo pero que sin dudas fue un signo de la época y que se convertiría en un boom pocos años más tarde.
La actualidad de Antonio lo encuentra completamente abocado a su nuevo proyecto, Antonio Mas Wines, desde el cual busca cristalizar todo lo aprendido y vivido en cada nuevo vino que produce, sin jamás perder su pasión por la innovación. «El entorno es tan importante como la altura o el suelo a la hora de definir el concepto de terroir. No es lo mismo un Cabernet Sauvignon que crece rodeado de rosales que uno que lo hace cerca de jarilla o tomillo. Puede ser mejor o peor, pero su identidad será definitivamente distinta. Y esa diferencia se percibe en el vino.” sostiene.
Una línea para hacer historia
Es la línea Ícono de la bodega, lanzada recientemente y compuesta por dos varietales emblemáticos: un Malbec y un Cabernet Sauvignon. Ambos ejemplares materializan el objetivo filosofal de su hacedor: sofisticación, complejidad y expresión genuina del terroir para sus vinos de elite. Al Malbec lo tomó toda la vida ya que era la cepa común que aquí se bebía. “Siempre que iba a comer a un restaurante, si pedía vino, pedía Malbec” rememora Antonio, recordando una época donde aún no se producían vinos de calidad con esta variedad y su boom aún no había comenzado. “En cambio, el Cabernet Sauvignon era otra cosa; más sofisticado, se lo pedía en ocasiones especiales”.
Ambos vinos presentan agradables aromas florales en nariz, y dejan sentir el suave dulzor de su fruta en su paso por la boca. Apoyado en taninos redondos y una agradable acidez, son vinos de mucha frescura y elegancia, con gran carácter, los cuales prometen soportar un largo período de guarda.
Para estos vinos se utilizaron Roll fermentors, que son unas barricas grandes que poseen un sistema que las hace girar, ideales para microvinificar estas pequeñas partidas tan especiales. Se consiguen sólo en vinotecas a un precio sugerido de $680.