La Cuesta de Lipán: una serpiente subiendo las montañas

Es una tarde de octubre y el cielo es un techo azul con una bola de fuego que calienta hasta el poco aire que hay. Avanzamos hacia las misteriosas Salinas Grandes de Jujuy en un auto modelo 99, cargado con cuatro personas, que comienza a subir fatigado por la empinada Ruta Nacional 52. Dejamos atrás el pueblo de Purmamarca y a los costados del camino nos acompañan montañas verdes de azufre, otras con tonos violeta y naranja. «Antiguamente era un territorio surcado por caminos de mulas que bajaban desde la puna a la quebrada», informa el conductor jujeño Oscar, mientras se apantalla con una publicidad de empanadas.

Comenzamos a subir la Cuesta de Lipán y avisa Oscar que al cabo de media hora, cuando lleguemos a la altura máxima del camino en Abra de Potrerillos, estaremos a 4170 metros de altura y deberíamos tener preparadas las cámaras de foto. Cuando llegamos entendimos porqué: desde ahí la Cuesta de Lipán es una cinta blanca, zigzagueante, en medio de las montañas. Parece un camino creado por un artista o algún Dios: en 2004 recibió el premio Obra Vial, otorgado por la Asociación Argentina de Carreteras.Cuesta de Lipán, Jujuy, Purmamarca, montañas

Desde el mirador la cuesta es una serpiente blanca que escala las montañas con mil curvas cerradas, rodeada de montañas verdes, marrones y violetas. El camino asfaltado se ve desde allí como si fuera de porcelana. El sol le clava sus rayos y revotan luces que encandilan; entre tanto silencio el sonido de una mosca parece la bocina de camión.

Hay un hombre sentado en las piedras. Las mismas piedras que con la dedicación del artesano va tallando para hacer cuadros con paisajes. Su piel esta curtida por mil soles y tiene un buzo de tela gruesa, bufanda y medias de lana, a pesar de los 35 grados de térmica y un aire pesado, caliente. «Los hago en una o dos horas y vendo bastante», dice este hombre de movimientos dormidos. Su sombrero alado no permite que sus ojos se vean, sólo asoman dos pocitos en sus pómulos cada vez que sonríe, tímido, y dos filas de dientes blancos como nieve. Vende cuadros a $15, $20 y $70, cuadros que en cualquier galería de arte podrían cotizar en dólar.

La cuesta tiene 17 kilómetros de extensión y asciende desde Purmamarca a 2192 metros sobre el nivel del mar, pasando por el Cerro de los Siete Colores en un ascenso de este a oeste hacia la Puna de Atacama. Luego el descenso es hasta Salinas Grandes.

Es el principal medio de acceso al Paso de Jama, único paso del eje completamente asfaltado y transitable todo el año, lo que hace que tenga un importante tránsito vehicular, sobre todo de camiones que hacen el recorrido entre Chile, noroeste y nordeste argentino, Paraguay y sudeste brasileño.

La zona contó con un camino de tierra en 1970 como parte de la Ruta Provincial 16. Nueve años más tarde el tramo de 65 km desde Purmamarca hasta la Ruta Nacional 40 pasó a jurisdicción nacional, denominándose Ruta Nacional 52 y en 1999 Nación y Provincia firmaron un acuerdo para licitar su pavimentación, iniciándose las obras en el año 2000.