Legisladores y organizaciones ambientalistas denunciaron en la Cámara de Diputados que la fracturación hidráulica -conocida con el término inglés «fracking»- ya es una realidad en la región y pone en peligro el acceso al agua y la producción de alimentos.
Durante la «Jornada Internacional Cambio climático y crisis ambiental: los peligros del fracking y las alternativas para América Latina», realizada en la Cámara de Diputados y convocada por la Coalicón Latinomericana contra el Fracking, la senadora Magdalena Odarda denunció que en la provincia de Río Negro los pozos de gas no convencional avanzan como matriz productiva y amenazan la horticultura y fruticultura. «En los barrios más humildes de la provincia no tienen gas, pero a cincuenta metros tienen uno de estos pozos afectando su calidad de vida», afirmó.
«El acuífero Guaraní está en peligro», advirtió Carol Aviaga, senadora de la República Oriental del Uruguay, quien informó que hace una semana se autorizó en su país la explotación de gas no convencional.
En la provincia de Buenos Aires se presentó un proyecto para prohibir esta actividad extractiva de gas y petróleo retenidos en suelos rocosos, fracturando el suelo; en Paraná, el fracking está prohibido por una ordenanza de septiembre de este año, así como otras ordenanzas municipales lo prohíben en Viedma, Cinco Saltos y Villa Regina.
¿Qué es la fracturación hidráulica o fracking?
El fracking es una técnica para posibilitar o aumentar la extracción de gas y petróleo del subsuelo. La primera fractura se realizó en 1947 y en los años 50 comenzó a utilizarse de forma comercial en pozos convencionales. Desde entonces se han hecho 2,5 millones de fracturas en pozos en todo el mundo, de ellos, un millón en Estados Unidos. El fracking se utiliza en proyectos de exploración y producción de hidrocarburos, y también en el almacenamiento de dióxido de carbono, almacenamiento de gas y geotermia de media y alta entalpía.
El fracking se realiza en un pozo previamente construido, entubado y cementado, que puede ser vertical u horizontal. La técnica consiste en generar uno o varios canales de elevada permeabilidad a través de la inyección de agua a alta presión, de modo que supere la resistencia de la roca y que abra una fractura controlada en el fondo de pozo.
Se estima que en 2010 esta técnica estaba presente en aproximadamente el 60 % de los pozos de extracción en uso. Debido a que el aumento del precio de los combustibles fósiles ha hecho económicamente rentables estos métodos, se ha propagado su empleo en los últimos años, especialmente en los Estados Unidos.
En los últimos años han comenzado también a utilizar esta técnica en objetivos no convencionales países como Argentina, Chile, China, Reino Unido, Dinamarca y Polonia.
Con relación a este método, ambientalistas y expertos señalan que el impacto medioambiental de esta técnica incluye la contaminación de acuíferos, elevado consumo de agua, contaminación de la atmósfera, contaminación sonora, migración de los gases y productos químicos utilizados hacia la superficie, contaminación en la superficie debida a vertidos, y los posibles efectos en la salud derivados de ello. También se argumenta que se han producido incrementos en la actividad sísmica, la mayoría asociados con la inyección profunda de fluidos relacionados con el fracking.
Por estas razones, la fracturación hidráulica ha sido objeto de atención internacional, siendo fomentada en algunos países, mientras que otros han impuesto moratorias a su uso o la han prohibido.