Fogwill, libro, cultura

La política y la literatura según Rodolfo Fogwill

En 1997 Horacio González, María Pía López, Christian Ferrer y Eduardo Rinesi entrevistaron a Rodolfo Fogwill para la revista El Ojo Mocho y uno de sus resultados es la reproducción de esa entrevista completa en un libro: «Diálogos en el campo enemigo», donde el escritor, sociólogo y publicista piensa su pasado y su presente político y literario a la velocidad de la luz, y sin ahorrarse nada.

dialogosEn un escenario propicio para el intercambio, la confesión, el recuerdo, la concordia y la discordia siempre amigable, Fogwill despliega los avatares de una vida singular, acaso como cualquier vida, pero calculada en sus dichos, por brutales que fueran. Si Fogwill tomaba impulso como escritor y polemista, frente suyo también estaban algunos de los más agudos comentaristas de sus discursos.

El campo intelectual de los sesenta estaba dominado por las ideas de izquierda y por cierta efervescencia revolucionaria pero también por la formación de diversos grupos de estudio y por el poder sectario de algunas organizaciones políticas, muchas de las cuales terminaron perdiendo la adhesión de muchos intelectuales. Este es un libro de intelectuales, no sé si para intelectuales porque esa distinción, tampoco sé si ociosa, no es lo consistente que parece, además de resultar combatida, con la palabra y a veces con las armas, por cantidad de intelectuales que se inmolaron en proyectos de radicalidad socialista o nacional-peronistas años después y durante los sesenta y setenta.

Fogwill repasa su formación sociológica, filosófica, lingüística, política y literaria sin escatimar o esconder nombres. Desde la ruptura con el Partido Comunista de José Aricó, Juan Carlos Portantiero, Miguel Murmis, José Luis Mangieri, etcétera, que dio lugar a la publicación de los Cuadernos de Pasado y Presente, La Rosa Blindada y otras, hasta el naciente lacanismo vernáculo, de la mano de Oscar Masotta y los después miembros de la revista Literal.

Ese mismo Fogwill no deja de ser impiadoso consigo mismo. Cualquiera que lo haya conocido o frecuentado durante los años en que esta entrevista tuvo lugar, puede dar prueba, no sólo de su generosidad sino también de su lucidez para revisarse, para condenar y para elogiar; también para despreciar, con argumentos, al elenco estable de la política argentina, a la democracia, en sus palabras, ganada «por defección» militar.

Su mortífera relación con la cocaína es legendaria y conviene pasar del anecdotario. Su caracterización del peronismo como máquina de acumular poder y nada más (que no es poco). Su anarquismo trotskista, heredado de Daniel Hopen. Sus burlas póstumas a la posibilidad de que Mauricio Macri fuera presidente de la Nación, todo eso está en estas páginas.

Laxagueborde acierta cuando dice que para Fogwill, la comunidad es un placebo, que la canalla está fundada por el pacto social; que todos somos canallas. Es una versión desesperada de la vida en común. Es una versión de alguien que prefirió apostar a la poesía, a la literatura: que ese fue su amor.