El Día Mundial de la Salud se celebra el 7 de abril para conmemorar la fundación de la Organización Mundial de la Salud (OMS). De este modo se pretende instar a gobiernos, organizaciones y empresas a invertir en la salud para forjar un porvenir más seguro. Cada año se elige un tema: este año el tema es la depresión.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el número de personas que sufre depresión «aumentó notablemente en las últimas dos décadas», afectando en la actualidad a más de 300 millones de hombres y mujeres en el mundo.
«Dos de cada diez argentinos padecen depresión, es la principal causa mundial de discapacidad», alertó el psiquiatra Hugo Barrionuevo, quien recordó que muchas veces no es detectada y las personas no acceden a los servicios de salud o no reciben el tratamiento adecuado.
Definida como un trastorno mental frecuente que genera un cambio en el estado personal, en el que el individuo afectado es invadido por sentimientos prevalentemente negativos (como tristeza, dolor, pesimismo, miedo o amenaza), la depresión no es algo novedoso, sino que ya los griegos hablaban de «melancolía» como una de sus formas.
«Cuando una persona padece depresión, disminuye su posibilidad de hacer frente a los retos habituales de la vida y afecta su capacidad para realizar las tareas cotidianas más simples», dijo a Télam el especialista.
El también director del Centro de Estudios en Salud Mental de la Universidad ISalud agregó que «el deterioro de los vínculos afectivos, la interrupción de la educación y la pérdida del empleo, son con frecuencia algunos de sus efectos» y que en los casos más extremos puede llevar al suicidio, «que actualmente es la segunda causa de muerte entre las personas de 15 a 29 años».
En los casos más extremos puede llevar al suicidio, que actualmente es la segunda causa de muerte entre las personas de 15 a 29 años.
«La buena noticia es que contamos con los conocimientos y herramientas para hacer frente a esa problemática con bastante eficacia. Y la mala es que un número importante de los afectados no es detectado, un gran porcentaje no tiene acceso a los servicios de salud y una porción importante de los que finalmente acceden no recibe el tratamiento adecuado», alertó.
Y continuó: «El desafío actual de los sistemas de salud es entonces adecuar los dispositivos asistenciales para favorecer el acceso a la detección temprana y al tratamiento adecuado y oportuno».
Por su parte, el director del Centro de Investigación en Neurociencia y Neuropsicología de la Universidad de Palermo, Gustavo Vázquez, señaló que la depresión afecta más frecuentemente a las mujeres y que se manifiesta generalmente entre los 25 y los 35 años.
«Cuanto más jóvenes empiezan con el cuadro clínico peor es el pronóstico: hay más cantidad de episodios, mayor abuso de sustancias, son más refractarios a los tratamientos. Por ello, el diagnóstico temprano y adecuado es fundamental», afirmó.
«Hay estudios que demuestran que si la entrevista se hace con el paciente y un familiar presente, las posibilidades de acertar el diagnóstico se duplican. Eso se debe a que muchas personas se olvidan de que en algún momento estuvieron maníacos o hipomaníacos, ya que la depresión implica una alteración cognitiva o de memoria y cuando estuvieron hipomaníacos se sintieron bien: estaban activos, dormían poco y tenían grandes proyectos, por lo que no detectan ese período como una enfermedad», apuntó.
En cuanto a los tratamientos disponibles, Vázquez detalló que «el más antiguo es la terapia electroconvulsiva (TEC), también conocida como electroshock, que sigue teniendo mucha eficacia. Si bien está marcada por un estigma social, porque en el imaginario se asocia con la tortura, es de hecho el tratamiento que produce mayor cantidad de respuestas clínicas».
Fuente: Télam