«Valiente» es el nombre y el carácter del pequeño ciervo de los pantanos que fue devuelto a su hábitat natural en el Delta, tras ser rescatado y rehabilitado por un comité de expertos que trabajan en la conservación de esta especie en peligro de extinción y declarada Monumento Natural en la provincia de Buenos Aires.
«Valiente» tiene cinco meses. Es un ciervo de los pantanos que fue encontrado en octubre de 2015 en un establecimiento de la empresa forestal Arauco Argentina, en la ciudad de Campana. Rápidamente se activó el protocolo creado para actuar en casos de emergencia y asistir a ciervos heridos: lo rescataron y trasladaron al Hospital Veterinario de Temaikén, donde se le colocó un yeso por la fractura en la pata y unas semanas después se le realizó una intervención quirúrgica de alta complejidad, a fin de tratar una luxación en la cadera.
«Llegó lactante, con una pata fracturada y la cadera dislocada, en un estado muy crítico. No se sabe qué pasó con la mamá, pudo haber sido cazada, o él puede haberse perdido por las inundaciones”, comentó Carina Righi, responsable del Centro de Recuperación de Especies de la Fundación Temaikén, una de las entidades que integra el comité.
Luego de cinco meses de recuperación, el ciervo fue trasladado a un corral (el mismo que fue utilizado hace un mes en la liberación de Yasí, un ciervo de los pantanos hembra) que permite que los ciervos se habitúen al ambiente, se alimenten de vegetación natural y desarrollen comportamientos propios de la especie.
«Cuando sea más grande la puerta del corral se abrirá y podrá salir en libertad, aunque muchas veces siguen usando el corral como refugio”, añadió la especialista, y apuntó que el animal será liberado con transmisores y en un campo privado con cierto control.
El ciervo de los pantanos es una especie autóctona y es uno de los pocos cérvidos anfibios del mundo, símbolo de la cultura isleña. Es el más grande de América del Sur con una altura -del suelo al lomo- que oscila entre 1,10 y 1,20 metros. Su pelaje es de color rojo leonado y en invierno cambia a un tono más pardo, mientras que la cornamenta de los machos puede llegar a tener un ancho de 60 centímetros. Los hay en Brasil, Perú, Bolivia, Paraguay, Uruguay y Argentina, donde hay dos poblaciones: una en el Delta bonaerense y otra en Corrientes.
Si bien no hay una estimación precisa del número de ejemplares que habitan en el país -el último censo es de hace diez años y contabilizó unos 500- su población se ha reducido drásticamente en los últimos años y está en constante retroceso.
«Hay un gran desconocimiento de esta especie, muchos la asocian con el ciervo europeo sin saber que aquí, muy cerca de la ciudad, podemos ver uno que no tiene nada que envidiarle a los ejemplares de otros países, y ese es uno de los grandes problemas en lo que respecta a su conservación”, consideró Carina.
Las principales amenazas para la continuidad del ciervo de los pantanos su continuidad son la cacería, su carne se comercializa ilegalmente, y el cambio de su entorno debido a la acción del hombre, como la construcción en terrenos ganados al río.