Conocé al hombre que hizo el primer museo de la muerte

A los doce años Hernán Vizzari paseaba en bicicleta por el cementerio de la Chacarita. Con la caída del sol, el mármol gris de las bóvedas se tornaba anaranjado. Apoyaba su bicicleta entre las tumbas y sus ojos se clavaban en las cúpulas de tres metros con estatuas de ángeles, en las cruces y en una anciana que le dejaba flores a su marido. La miraba limpiar el mármol con un trapo viejo y desteñido, mientras escuchaba radio Colonia. Solía jugar a ser el guía del cementerio y recorría los pasillos con sus amigos, en ese barrio donde se crió.

Este niño que no le temía a la muerte, al que le gustaba y le gusta jugar al fútbol, hoy tiene 38 años y es autor de dos páginas web sobre la necrópolis más grande de la ciudad. Un día encontró la tumba de José Amalfitani y comenzó a indagar en el personaje. Después Pugliese. Diseñó primero su página sobre el cementerio de la Chacarita, declarada de interés cultural por la Legislatura porteña.

En 2015 creó el primer museo funerario de Sudamérica, donde se pueden ver diversos objetos: un aviso fúnebre escrito en croata, catálogos para adornar las tumbas a gusto del consumidor, una llave que abre el ataúd de una mujer que murió hace 90 años, una tarjeta conmemorativa por el deceso de Eva Perón.

“Desde que empecé a coleccionar estos objetos, no paré más”, comenta Hernán, quien tiene hoy más de mil piezas.

Publicó el libro Ángeles de Buenos Aires, junto a Omar Lopez Mattos, donde cuenta la historia del cementerio de Chacarita, del Alemán y el Británico. “No lucro con esto. Lo hago para dejar un registro y para que se valore lo que es la Chacarita. Empecé con esto y se me abrió un abanico.

Vizzari reconoce que vivir entre memorabilia funeraria, no es lo más común del mundo. “Estas cosas tienen su carga energética negativa: son de dolor, de tristeza. Al principio, mi mujer me miraba medio raro”, dice, mientras mira sus medallas, fotos y hasta el plano de un cementerio que no llegó a existir. Postales del pasado que no todos se animan a ver.

“Empecé a investigar y me di cuenta de que había toda una movida paralela a los cementerios: medallas de mausoleos, llaves, fotografías post mortem”. Todos esos objetos ahora forman parte de su vasta colección y, hasta que encuentre un espacio físico donde exponerlos, son exhibidos en su sitio Web, el primer museo funerario virtual en español.

 

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e-mail: hvizzari@gmail.com