Lo descrubrió una familia mendocina en las proximidades de El Sosneado. ¿Quiénes son?
Doña María y Genaro Poblete viven al sur de Mendoza y descubrieron dos esqueletos humanos en la tierra. Frente tamaña sorpresa dieron aviso y un grupo de arqueólogos de los museos de Malargüe y San Rafael excavaron la zona: hallaron un cementerio indígena con unos catorce esqueletos incluidos el de la una mujer con su bebe y un ajuar de roca pulida, cristales de cuarzo y otras piedras, además de algunos huesos pintados con ocre color rojo que podrían tener una antigüedad de 1200 años.
El cementerio fue hallado cerca a una vertiente de agua al pie de la Cordillera de los Andes, en cercanías a la localidad de El Sosneado, en Malargüe.
Hace más de veinte años que los arqueólogos realizan trabajos en esa misma zona. Anteriormente realizaron la recuperación de otros dos esqueletos, uno de los cuales tiene una antigüedad de 1200 años, lo que confirma la antigüedad del yacimiento.
“No esperábamos encontrar esa cantidad de entierros, y menos en este buen estado de conservación”, valoró el coordinador científico del Museo Regional de Malargüe, Hugo Tucker, miembro de la expedición que este fin de semana logró el rescate de los catorce esqueletos pertenecientes a un grupo de cazadores colectores móviles que se dedicaba a la explotación de los recursos locales como guanacos, piches, huevos de ñandú, chinchilla y, probablemente, el algarrobo.
Las inusuales lluvias de este otoño generaron cauces y bajantes aluviales que formaron pequeños cañadones, uno de los cuales destapó primeramente dos esqueletos, los cuales fueron identificados por la familia Genaro, antigua criancera de esa zona cordillerana.
Gustavo Neme, arqueólogo del Museo de Historia Natural de San Rafael, informó que se identificaron dos formas de entierro: una es aquella en los cuales los cuerpos son depositados en la tierra después de la muerte, y otra que corresponde a una práctica en la que enterraban al fallecido, lo dejaban allí por uno o dos años, luego volvían al lugar, lo desenterraban, lo limpiaban y metían los huesos en una bolsa y lo transportaban hasta el lugar de entierro definitivo. Como resultado, el primer tipo de entierro deja cuerpos articulados, mientras que el segundo deja conjuntos de huesos mezclados y desarticulados.
A partir de ahora, el plan será realizar estudios para establecer la antigüedad exacta, conocer durante cuánto tiempo fue utilizado ese lugar como cementerio, y establecer las características de la forma de vida, causas de muerte de los individuos, enfermedades y la estructura poblacional, es decir porcentaje de sexo y edad.
Los materiales recuperados quedarán depositados en el Museo Regional de Malargüe y el Museo de Historia Natural de San Rafael para su análisis.