En Villa Domínico convirtieron una de las plantas de la Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado (CEAMSE), en una reserva ecológica de 400 hectáreas. Es un enorme pulmón verde que regala oxígeno en medio del Gran Buenos Aires e intenta paliar la contaminación del vecino Parque Industrial Dock Sud.
La iniciativa comenzó en 2004, cuando el relleno sanitario se quedó sin más espacio para la basura y comenzaron a cubrir las montañas de residuos. Plantaron variedades de árboles, arbustos y flores, y luego de 13 años se convirtió en Reserva.
«Desde 1977 hasta 2004 ingresaron 48 millones de toneladas de basura. Hoy, cada persona tira en promedio 1 kilo de basura por día, y por distintos factores aumenta la cantidad: más población, más consumo, más basura tecnológica, falta de educación del tema, entre otras causas», explica Nicolás Direse, guía del primer recorrido por las pasarelas de la Reserva.
17 millones de kilos de basura ingresan por día en la Planta Norte III de San Miguel. 15 millones se entierran y 2 millones van a la planta de separación.
¿Qué pasa con la basura una vez que se deposita en el cesto? ¿A dónde la lleva el basurero? ¿Por qué es tan importante educarse sobre este tema? A estas preguntas y a tantas otras dan respuesta en esta charla. «Creemos que es fundamental educar a los más chicos sobre la importancia de reducir la basura. Por eso vamos a las escuelas», agrega Nicolás, quien hace 14 años trabaja en el CEAMSE.
Dentro de las 400 hactáreas hay un salón que, hasta ahora, estuvo dedicado exclusivamente a charlas educativas para escuelas, pero hoy se expande a cualquier grupo de personas interesadas en la temática. Hay un vivero con laboratorio de cultivo in vitro; una planta de tratamiento de lixiviado; una planta donde obtienen biogas, y pasarelas desde donde se observan decenas de plantas nativas y 220 especies de aves.
«La principal especie aquí es el ceibo», cuenta a POR EL PAÍS Ricardo Camiña, otro de los guías experto en plantas, mientras recorremos con él las pasarelas y nos convertimos en el primer grupo en hacerlo.
El vivero y el laboratorio de las plantas nativas
Con el objetivo de generar plantas nativas, el laboratorio se convierte en una fábrica de plantitas: el ombusillo, orquídeas y sauces criollos son algunos de los ejemplos de plantas nativas que aquí nacen in vitro gracias a profesionales en biología de la Universidad de La Plata, UBA y del INTA.
«Nuestro objetivo es generar plantas nativas: por pensar que todo lo extranjero es mejor, perdimos cientos de especies», afirma Pablo Prada, experto Guardaparque Nacional y encargado de este sector. Explica que aquí hay plantas in vitro porque de forma natural no salen, algo del ambiente se los impide.
Hay caléndulas, Senna corymbosas (rama negra), ceibos, talas. Hay rayos de sol que se filtran por los ventanales y hacen el verde más verde. El vivero pareciera estar alejado de la ciudad, aunque apenas esté separado de ella unos kilómetros.
«Un área protegida no es solo un parque nacional, una maceta es un área protegida. Mientras hablamos, respiramos, y lo hacemos gracias a las plantas. Hay que explicarle a los más chicos el valor de esto», asegura Pablo.
Un paseo que comienza
Un vivero de Banfield, zona sur del Gran Buenos Aires, organizó el primer paseo por las pasarelas de la Reserva. Fueron 32 los vecinos que se subieron al micro el jueves a las 9, mate en mano, para adentrarse en un mundo cercano y lejano a la vez: el destino de la basura y su transformación en algo mejor.
Tamara y Edgardo son los dueños del Vivero Los Tilos, ubicado en Melo 948, y los ideólogos de toda esta movida que no termina en este paseo: organizan ferias solidarias, juntan donaciones y tienen una manera muy sencilla de transmitir el amor por la naturaleza.
«Lo que das siempre vuelve multiplicado, ser solidario es fundamental. El 2 de diciembre será la próxima feria y ya hay más de 100 puestos confirmados», asegura Tamara mientras convida budín casero y jugo. Hace 26 años que el vivero late en medio de un barrio tranquilo, y lo convierte en una pequeña sede de la naturaleza: decenas de plantas, accesorios de jardín, árboles y una cálida atención hacen de este lugar algo muy especial.
Llega la hora de volver a casa. Lo hacemos en el mismo micro y con los mismos compañeros. Vestimos de la misma forma y recorremos las mismas calles, pero después de visitar la Ceamse somos otros porque sabemos que un acto de apariencia mínima se vuelve un movimiento esencial que puede generar consecuencias irreparables en el Planeta Tierra.
Para visitar la Reserva enviar consulta a: jjrodriguez@ceamse.gov.ar
Fuente y fotos: POR EL PAÍS