Capitán es un perro de 15 años que hace una década vive en la sepultura de su amo Miguel en el cementerio de Villa Carlos Paz; a pesar de que intentaron encontrarle un nuevo hogar en varias oportunidades.
La primera vez que Capitán se sentó junto a la tumba de su dueño en el cementerio de Villa Carlos Paz en 2007, los vecinos pensaron que era una despedida de la mascota a su amo. Pero 10 años más tarde el perro sigue montando guardia junto a la sepultura.
Según explicó Verónica, la viuda de Miguel, el perro fue un regalo de Miguel a su hijo Damián. Días después de la muerte, Capitán desapareció de la casa.
Meses más tarde, Verónica y su hijo se reencontraron con su perro en una visita al cementerio. El niño reconoció a su perro «y comenzó a gritar que era Capitán. El perro comenzó a ladrar, como si llorara», explicaba Verónica. A pesar de que lo llamaron, el perro se quedó allí, y una semana más tarde en otra visita al cementerio, el perro seguía allí. Volvió a su casa, pero al tiempo se escapó y regreso con su amo.
Capitán ya tiene 15 años -es un perro anciano- y aunque intentaron encontrarle un nuevo hogar, él prefirió quedarse junto a su amo a pesar de que, en teoría, ni siquiera debería saber que el hombre murió.
«No tenemos idea cómo encontró la tumba porque su dueño no murió en Villa Carlos Paz, sino en la Ciudad de Córdoba. De ahí fue trasladado a la villa para el velatorio y de ahí directamente al cementerio», explicó Héctor Bacegas, ex empleado del cementerio.
El caso se hizo popular en el país en 2014, cuando Capitán ya llevaba siete años de guardia, y la familia de su amo ya estaba al tanto de que el perro no estaba extraviado como pensaron en un primer momento.
«Un 31 de diciembre Capitán desapareció, pensaron que se había ido por miedo a los fuegos artificiales, lo buscaron pero nunca lo encontraron hasta que un año después la esposa y su hijo lo ven en el cementerio en la tumba del hombre», relató Bacegas.
Los cuidadores del cementerio se encargan también de alimentar al perro, que ya camina lento y perdió la vista con el paso de los años. «No se va del cementerio, sus ojos se ven agotados como pidiendo permiso para irse con su dueño», agregó.
El perro se vincula con las energías del dueño
Al respecto, Aldo Cecchi, entrenador canino desde hace más de 25 años, contó que los perros se manejan por conductas, emociones y energías. “Hay cuestiones energéticas que marcan una diferencia entre una persona que está viva con una persona muerta. La ciencia comenzó a estudiar y hoy se habla de los campos mórficos, es decir, estructuras organizativas invisibles que moldean o dan forma a plantas o animales, que también tienen un efecto organizador en la conducta”.
Y agregó que, científicamente, no lo podemos medir ni reproducir, aunque sabemos que existe y está. “Educamos perros, equilibramos y armonizamos con el dueño. Pero muchas veces los dueños no entienden por qué el perro se termina portando mal y, en definitiva, es porque la persona está mal”.
“El perro se vincula con las energías del dueño, de ese modo, detectan cuando su amo tiene cáncer, diabetes, o si su dueña está embarazada”, manifestó Cecchi.
El adiestrador señaló que ya no se debe hablar de la humanización del perro sino de la animalización del humano: “Los perros detectan cambios electormagnéticos y las ondas de sonido. Si Capitán entrelazó su campo mórfico con la del humano, detectó dónde estaba su dueño”.
“No hizo falta entrenar a Capitán, el problema de conducta de los perros es la sociedad moderna. Hay gente que se lleva bien con los perros sin necesidad de entrenarlo. Nosotros no entrenamos a los perros, entrenamos a las personas para que vuelvan a su naturaleza”, explicó a Cadena 3.