La Universidad Nacional de Lanús creó cuatro prototipos de un bandoneón hecho con piezas prefabricadas con impresoras 3D. Uno de ellos viajó hasta Roma para que lo conozca el Papa Francisco, y ahora van por más: fabricarán mil por año con este sistema innovador y tecnológico. A partir del trabajo de alumnos becados, profesores, carpinteros, ingenieros, diseñadores, luthiers y músicos, pensaron este instrumento complejo al que bautizaron Pichuco, en honor al gran Aníbal Troilo.“Ya tenemos en marcha el plan para construir unos mil bandoneones por año después de estudiar mucho y lograr diseñar cuatro prototipos del primer bandoneón pensado en una universidad pública: el Pichuco”, cuenta Guillemo Andrade, director de la carrera de Diseño Industrial de la Universidad de Lanús.
El instrumento está hecho con piezas fabricadas en una impresora 3D y pretende acercar el instrumento a las escuelas sin la idea de que -al menos en lo inmediato- vaya a convertirse en un bandoneón de concierto. “Es un instrumento muy complejo como para pensar en un bandoneón de concierto”, admite Andrade. “Por eso diseñamos uno de bajo costo, con modificaciones en la cantidad de partes y en los materiales. Usamos polímeros y plásticos”.
Para llegar a este bandoneón desarmaron por completo un Premier y un AA, dos referentes clásicos. “No modificamos en nada la ubicación de la botonera”, aclara, mientras espera la máquina para producir por primera vez en serie un bandoneón argentino.
El proyecto arrancó por la idea de Ana Jaramillo, la rectora de la universidad, que cuando estuvo exiliada se llevó un bandoneón y aprendió a tocarlo. En 2008 Jaramillo le dijo a Guillermo “quiero un bandoneón”. Andrade tomó el desafío y pensó en industrializarlo. La idea era bajar el costo con la producción seriada. “Y de ese modo abrir la posibilidades de acceso al instrumento. Queremos colocar el bandoneón en las escuelas públicas con la visión que tiene esta universidad respecto de cubrir las demandas sociales y culturales de la comunidad”, dice Andrade.
“El tango es el elemento distintivo de nuestro país en el exterior, pero hoy los bandoneones son inalcanzables para quien pretenda aprender a tocarlo. Hoy un bandoneón cuesta entre 5 mil y 6 mil dólares, es inalcanzable. El nuestro es de bajo costo y sirve para entrar en el mundo del instrumento», dice. Empezarán con el Pichuco, estima Guillermo, en unos meses. Por ahora esperan el financiamiento para la impresora 3D al compás del 2×4.