En la Argentina el consumo de ansiolíticos parece no tener techo: el año pasado se vendieron 114 pastillas por segundo. De ese total, cerca de un 20 % se vendió en forma clandestina y sin prescripción médica, ya sea por Internet o en locales bailables.
En 2016 se prescribieron 96 millones de recetas y se dispensaron 120 millones de envases de 30 comprimidos de psicofármacos. Hubo un crecimiento de casi un 40% respecto del 2012 según las estadísticas del Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos (SAFYB), que detalló que cerca del 20 por ciento de la población, poco más de 8 millones de personas, consumen psicofármacos en forma regular para tratar ansiedad, insomnio, nerviosismo y depresión.
El psiquiatra y psicoanalista Pedro Horvat afirma que la gran cantidad de ansiolíticos que se consumen se debe a diversos factores. «En la Argentina vivimos en una cultura que tiene la fantasía de la solución inmediata de los problemas, la angustia o cualquier otro sentimiento penoso. En ese contexto, los ansiolíticos vienen como anillo al dedo. Puede pasar lo mismo con la compra de un celular o algún objeto que la persona cree que hará que deje de sentirse mal».
Pero también considera clave el rol de los médicos. «Si hablamos bien de los médicos, en el último tiempo mejoró su conciencia de que muchas enfermedades están asociadas al estrés y a un origen psicosomático. En otro momento no recetaban ansiolíticos, ahora lo hacen como coadyuvante de otros tratamientos. Sin embargo, algunos médicos recetan ansiolíticos porque encuentran en esto una respuesta sencilla ante cualquier demanda emocional que le plantee el paciente», señaló Horvat.
Algunos médicos recetan ansiolíticos porque encuentran en esto una respuesta sencilla ante cualquier demanda emocional que le plantee el paciente
«Está muy impregnado en nuestra cultura el hábito diurno tomar un cuartito de esto, medio de esto otro antes de determinadas actividades. Vivimos en una cultura que busca la solución mágica a sus cuestiones», añadió.
«Las mujeres consumen más que los hombres y hasta se vuelven adictas al Diazepam y Clonazepam», aseguró Marcelo Peretta, doctor en Farmacia y Bioquímica y titular del SAFYB.
Consumir drogas psiquiátricas en forma sostenida puede provocar alucinaciones, manías, delirio y agresividad. Además, suspenderlas provoca abstinencia, dolor muscular, estomacal, pánico, irritabilidad, agresión, ideas suicidas e impulso por matar», enumeró Peretta. Y añadió: «Nos hemos convertido en una sociedad medicamentalizada. El resultado es que mucha gente termina tomando fármacos cuando hay maneras más eficaces de lidiar con sus problemas, por ejemplo paciencia, dieta y actividad física».
Por su parte, Horvat detalló: «Los ansiolíticos son sólo para situaciones agudas, que empiezan y terminan, el uso de manera crónica a la larga deteriora la memoria y son depresógenos».
En tanto, señaló que no es cierto que no tengan efectos colaterales. «Debemos tener en claro que el ansiolítico está indicado sólo cuando las emociones son un obstáculo para el desempeño de la vida de las personas. Entonces, un médico puede indicar por un tiempo corto un tratamiento con ansiolíticos para resolver una situación puntual», indicó el psiquiatra.
«Todos estos medicamentos desarrollan tolerancia. No es una solución al problema real. Se debe buscar dentro de uno las alternativas. Puede ser con una terapia, meditación, un consejero espiritual, por ejemplo. No se deben buscar pastillas para solucionar los problemas», añadió.