Tres representantes de la Universidad Católica de Córdoba diseñaron un sistema para eliminar el arsénico del agua. Este filtro casero ya se implementó en la localidad de San José del Boquerón, Santiago del Estero. El proyecto ha sido seleccionado para ser expuesto en el VIII Congreso de Ingeniería Industrial que se realizará del 12 al 15 Noviembre en la Universidad Tecnológica Nacional.
En San José del Boquerón la mayoría de los habitantes son campesinos y su actividad económica se basa en la explotación del carbón y los postes de quebracho. En la región viven alrededor de 7 mil personas que se agrupan en varias poblaciones con grandes dificultades de infraestructura y pocos recursos para afrontar estas carencias. No tienen energía eléctrica, y sus napas de agua están contaminadas con arsénico.
Frente esta problemática, Guillermo Blasón, responsable del proyecto, junto a Guillermo Kozameh y Pablo Guanca, estudiantes de Ingeniería Industrial, pusieron manos a la obra y diseñaron una solución fácil y económica que consiste en un filtro de agua casero. A la vez trabajan para concientizar a la población sobre las enfermedades que ocasiona consumir agua contaminada.
El Arsénico es un metal que se encuentra en algunas zonas y que contamina las napas de agua. Puede producir cáncer y hacre o hidroarsenicismo crónico regional endémico, que se manifiesta con problemas en la piel.
«La contaminación con arsénico es silenciosa porque se va acumulando en el cuerpo. Yo soy de Santiago y mi papá fue médico regional. Solía contarme que cuando le das la mano a una persona, te das cuenta de que puede llegar a tener hacre, porque las plantas de los pies y las manos se vuelven muy ásperas y callosas y esto mismo se puede manifestar en un órgano interno. También produce manchas en los dientes. Se da mucho en Santiago y Chaco», cuenta Guillermo K.
Explica Guillermo B. que «en la zona de Santiago las dos primeras napas, ubicadas a 80 y a 200 metros de profundidad, están contaminadas con arsénico. Hay poblaciones que se ubican en la costa del río Salado y esas consumen el agua del río que, aún sin un tratamiento adecuado, es la mejor y más sana. Los pozos en general son muy costosos y por lo tanto, inaccesibles».
«Hasta ahora no tenemos un registro de las enfermedades producidas. Muchas veces hemos medido el arsénico en el agua, pero no cuán contaminada está la gente. En el caso de una familia cuyo padre falleció, ellos se hicieron los estudios que miden los gramos de arsénico en el pelo para saber el grado de contaminación, y los valores que dieron esos estudios son altos«, comenta Guillermo B, y agrega que quieren invitar a las distintas facultades a que se sumen a este proyecto. «Una opción es trabajar con la Facultad de Medicina para hacer estas mediciones. También queremos analizar con la Facultad de Ciencias Agrarias qué pasa con las verduras que se riegan con este agua y también con la ingesta de carne de animales que la consumen», enumera este hombre comprometido con la salud y en medio ambiente.
Para fabricar un filtro que rinda 45 litros se necesitan: dos botellas de plástico de 2 litros y cuarto, una tela de 45 por 15 centímetros, un alfiler o alambre, 4 paquetes de virulana de acero gris y 50 gramos de algodón. La virulana reacciona ante el arsénico que queda depositado allí. El algodón y la tela se utilizan como filtro de otras partículas y del metal que pierde la virulana. Hoy aproximadamente el costo ronda los 30 pesos por filtro y esto rinde 45 litros. El proceso se denomina adsorción y de esta forma las partículas se pegan a la superficie y el óxido de hierro queda atrapado en el algodón y la tela.
Fuente y fotos: Universidad Católica de Córdoba