Elena llega a su casa de General Belgrano en una tarde de julio, luego de comprar dulce de leche, harina y manteca. Se lava las manos y prende el horno, mientras espera a sus dos amigas reposteras. Repasa los pedidos del día, y calcula las cantidades de manteca y harina. Tiene todo. Comienza con la preparación de alfajores: coloca los ingredientes en la mezcladora mientras rellena con dulce de leche las tapitas que preparó el día anterior, y prende la pequeña máquina de derretir chocolate. Suena el timbre. El equipo está completo para comenzar la producción en una tarde donde el sol abriga en pleno invierno, y el olor a chocolate se siente desde la vereda.
Su marido Eduardo –el Tata- está entregando algunos pedidos. “Siempre me gustó la repostería, mi mamá era muy buena cocinera”, dice Elena mientras recuerda el día que tuvo la idea de hacer alfajores, en el 2011. “En el pueblo no había una marca de alfajores regionales, quise hacerlos para darle identidad al pueblo”. Le puso La Baguala y son, efectivamente, la marca gastronómica de General Belgrano.
Esta mujer emprendedora quiere que sus alfajores sean únicos, y lo logra, no solo con el sabor, sino con el valor de lo artesanal: los hace de a uno, un día la base, al otro los rellenan y luego se bañan, de a uno, en chocolate o merengue. Se niega a la producción en cantidades masivas para evitar la industrialización y la pérdida de lo artesanal como valor principal.
Junto a su marido patentaron la marca de sus alfajores: La Baguala, y venden a pedido en cuatro comercios del pueblo. Los alfajores son bañados en chocolate o merengue, y este año incorporó dos nuevos: con relleno saborizado a la menta y a la naranja.
Nace la alfatorta
Corre el año 2013. Elena camina por la rivera del río Salado y se le ocurre una idea: hacer un alfajor grande, con forma de torta, que sea para compartir y llevar de regalo. Cuando llega a su casa transformó esa idea en una receta. Nace así la Alfatorta Belgrano, un alfajor grande con tres capas, bañado en merengue con sabor a café. La idea se cocinó en su mente y luego en el horno, hasta llegar a ser nombrado “el postre del pueblo”.
-¿Cómo es la preparación de la Alfatorta?, le preguntamos mientras ceba un mate amargo.
-Hago la mezcla de los ingredientes para la masa, dependiendo de la cantidad de alfatorta que necesite: harina, cacao, manteca, azúcar y esencias. Se deja en la heladera. Al día siguiente estiro la masa y la corto. Se hornean. Al otro día se rellenan con el dulce, con manga, de a uno. Se pesan de a uno. Se bañan en merengue y se secan.
Oído así de corrido, parece simple. Sabemos que el ingrediente secreto lo guarda como un tesoro, como se guarda el sol en este atardecer fresco del otoño de un pueblo que tiene lo que todo pueblo quiere tener: una marca de identidad encerrada entre las capas de un alfajor gigante.