Leyendas y misterios en el parque Los Terrones

En medio del paisaje que regalan las Sierras Chicas cordobesas, a 14 kilómetros de Capilla del Monte, se alzan rojizos y eternos Los Terrones: un imponente parque autóctono donde se respira misterio y aventura a cada paso.

Transitando por la ruta 38, a catorce kilómetros de Capilla del Monte, escoltando el misterioso Cerro Uritorco a 1980 metros sobre el nivel del mar, encontramos el Parque Autóctono, Cultural y Recreativo “Los Terrones”: un paisaje rodeado de conglomerados compuestos por areniscas, ripio y una especie de lava o sedimentos volcánicos con consistencia de roca hace pensar en un lugar enigmático, especial para el turismo aventura. Un lugar que a pesar de su importancia geológica y escénica es poco conocido incluso por los cordobeses.

Al recorrer los senderos naturales se descubren extrañas formas en las rocas causadas por la erosión eólica y marítima. La imaginación se ocupó de descubrir diferentes personajes en ellas: La Cabeza del Indio, El Dedo de Dios, el Barco, el Camello, la Estatua de Sarmiento, La Coya, entre otros, son algunos de los nombres con los que la gente del lugar ha bautizado esas esculturas naturales.

Una caminata corta lleva al visitante hasta un mirador desde el que puede apreciarse todo el valle, la ciudad de Capilla de Monte, el dique El Cajón y todos los cerros cercanos.

Pero el mayor encanto requiere de más esfuerzo. Dos horas de camino, subidas, bajadas y trepadas permiten adentrarse en el círculo íntimo de tan magnífico lugar.

El parque se considera área protegida y cuenta con guías ambientalistas que acompañan los recorridos. Los mismos prometen trepadas entre grandes y redondeadas rocas, a veces ayudadas por sencillas escaleras de hierro que se colocaron entre algunas rocas para permitir el ascenso. En la misma caminata se pueden ver frondosos helechos y cascadas de aguas cristalinas dependiendo la época.
Al llegar a la cima, la sensación de paz, el silencio y los paisajes son un premio que el visitante llevará por siempre en sus retinas.

Leyendas detrás de las piedras

Se dijo y se dice que uno de los terrones es conocido como «hablador»: por el claro eco que produce.
Cuenta la historia que cuando los descendientes de Don Bartolomé Jaime habitaban el lugar, un criollo pobre, Eudoxio, se enamoró de una china, Clemira, y construyeron su casa. Pero al poco tiempo la mujer se fugó con otro gaucho: Criaco. Después de unos años Clemira volvió abandonada por Criaco. Cuando Eudoxio la vio, su tristeza se convirtió en furia y de un golpe de hacha la mató. Atormentado, corrió a llorar a Los Terrones y empezó a gritar el nombre de su amada. Y el pobre sentía que ella le contestaba. Era el eco del hablador, pero él escuchaba el llanto de Clemira. Eudoxio atormentado resbaló y cayó al vacío. Se dice que su sangre fue abono de plantas que desde ese momento curarían los males de los vecinos del lugar.

Tiempo de meditar

En los Terrones hay una mística y energía que muchos visitantes eligen disfrutar. El silencio y la tranquilidad lo convierten un lugar ideal para los amantes de la meditación, sin dejar de lado las consideraciones sobre la energía que reina en esta zona.

En el recorrido de dos horas por las rocas, se llega a una especie de “pozo” totalmente cerrado, salvo en la parte superior donde el cielo se puede ver por un orificio pequeño. Nadia, la guía del parque, invita a formar una ronda, cerrar los ojos y poner la mente en blanco. Olvidarse por unos minutos del mundo exterior y mirarnos por dentro. «Soportar el silencio es uno de los desafíos más grandes. Una vez vencida esa prueba la conexión con nuestro interior es posible», avisa Nadia.

Detrás de las rocas comienza a esconderse el sol; es una bola de fuego que pinta de naranja todo lo que minutos antes era verde y marrón. El aire se siente liviano y una brisa suave acaricia la cara. Al salir del parque una sensación invade los poros: la magia y el misterio viven en este lugar.

PARA VISITARLO

Ruta Nacional 38 y Ruta Provincial 17. Quebrada de la Luna. Punilla. Capilla del Monte 5184, Argentina
El Parque está abierto todos los días del año desde las 9,30 hasta las 18:00 en invierno, y desde las 9:00 hasta las 19:00 en verano.