Una investigación de la UBA determinó que las ciudades argentinas son 1,5 grados centígrados más calientes que sus alrededores durante la noche y 0,72 grados centígrados durante el día, en promedio.
Este valor surgió tras medir y comparar las temperaturas de 33 centros urbanos, con sus entornos no urbanizados. Este fenómeno, llamado ‘islas de calor urbanas’ (ICU), es uno de los tantos impactos de la urbanización de la tierra sobre sus habitantes.
“Estudiamos las 33 ciudades más grandes del país, que son muy diferentes entre sí por su población, temperaturas y precipitaciones. Analizamos desde Jujuy hasta Trelew y desde Mendoza hasta La Plata, y diferenciamos el día y la noche en todas las estaciones del año”, comentó Paula Casadei, quien realizó este estudio como parte de su tesis de grado para la Licenciatura en Ciencias Ambientales (LiCiA) de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA).
Islas de calor
Martín Garbulsky, profesor de la FAUBA, investigador del Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas Vinculadas a la Agricultura UBA-CONICET, explicó: “En Oberá se urbanizó sobre una zona que originalmente se parecía a una selva. Es decir, eliminamos una cobertura verde muy densa para poner techos de chapa, construcciones de cemento y caminos de asfalto. Estos materiales retienen y reflejan mucha más energía que la cobertura original, una energía que se libera diariamente a lo largo de las 24 horas”.
Para los investigadores, la urbanización es la forma más extrema de cambio en el uso de la tierra y trae aparejados múltiples impactos sobre los ecosistemas globales y sus habitantes.
Islas de frío
Martín Garbulsky afirmó que a pesar de que pensaban que las ciudades siempre iban a ser más calientes, el estudio demostró que muchas funcionan como ‘islas de frío urbanas’ (IFU). “Esto significa que dentro de la ciudad se registraron temperaturas menores que fuera. Por ejemplo, la ciudad de Mendoza fue 4,2 °C más fría que su entorno. Otro ejemplo es San Rafael, que se urbanizó sobre algo similar a un desierto”.
“El fenómeno puede deberse a que la actividad de la vegetación es más elevada dentro de la ciudad que fuera de ella. Este es uno de los factores que intervienen en el enfriamiento de las ciudades, junto con la selección de materiales de construcción, la actividad agrícola o ganadera y la presencia de cuerpos de agua”, señaló el investigador.
En nuestro país, más de 90% de la población vive en zonas urbanas. Por ello, es clave abordar y comprender estos sitios, donde interactúan el ambiente y la sociedad en busca del máximo bienestar general”, explica Casadei.
Intervenciones sustentables
“Es fundamental conocer el funcionamiento de lo que denominamos ecosistemas urbanos. Con este conocimiento podemos planear mejor el crecimiento urbano. Por ejemplo, utilizando ciertos materiales de construcción o aumentando la superficie de espacios verdes o creando cuerpos de agua artificiales”, puntualizó Garbulsky.
En cuanto a las consecuencias del fenómeno ICU, el docente dijo: “Las altas temperaturas provocan que las ciudades gasten mucha energía eléctrica para paliar sus consecuencias. Ciudades mejor pensadas, diseñadas e intervenidas podrían ser mucho más eficientes en términos energéticos”.
Fuente: Prensa y Divulgación de CyT, Facultad de Agronomía (UBA)