Según un informe que publicó la Organización Mundial de la Salud (OMS), Argentina es el país del mundo con más profesionales dedicados a la salud mental. La terapia, especialmente en la Capital Federal, se ha convertido en parte intrínseca del ADN argentino. Pero, ¿por qué?
Se puede pensar en Estados Unidos como el gran paraíso del análisis psicológico debido a su estilo de vida y a todo lo que nos muestra el cine y la televisión. Sin embargo, Argentina ya no engaña a nadie, todo el mundo sabe que es el auténtico rey del psicoanálisis.
La ficción estadounidense adaptó la exitosa serie de televisión israelí BeTipul y la convirtió en In Treatment, protagonizada por el actor Gabriel Byrne para la cadena HBO. Hubo una adaptación más de esta historia: la argentina. En Terapia se emitió en prime time durante tres temporadas con Diego Peretti al frente, un actor que también es psicoanalista. Serie de éxito en Israel, EE.UU. y Argentina que por muchos otros países pasó sin pena ni gloria.
En Argentina ya había precedentes con el superventas Historias de Diván de Gabriel Rolón, que también acabó adaptándose a televisión, por lo que se intuía que podría tener una buena acogida, pero no es una receta que funcione en todo el mundo. En España, por ejemplo, fueron pioneros y estrenaron El Grupo, de temática muy similar, en el año 2000; pese a que tuvo alguna reposición, no pasó de considerarse serie de culto y sólo hubo una temporada. Ahora bien, ¿adivinan de qué nacionalidad es el psicoanalista al frente de este grupo de terapia? Sí, argentino.
Ser psicoanalista se añade a los tópicos que se relacionan con el argentino: futbolista, tanguero o psicoanalista. Todo, en realidad, viene siendo lo mismo.
Muchos señalan la melancolía que destila el tango como uno de los motivos principales de la estrecha relación de los argentinos con el psicoanálisis. Es la misma melancolía porteña.
En cuanto al fútbol, evidentemente el fútbol es psicología. Fíjense en algunos de los técnicos argentinos más populares: a Jorge Valdano se le conoce como “El Filósofo”, a Pékerman como “El Profe”, a Carlos Salvador Bilardo como “Doctor”, y Marcelo Bielsa es “El Loco”. Pocos países pueden presumir de semejante representación. Esta tradición no solo distingue al fútbol argentino del resto, también sucede en otras prácticas deportivas. Según la publicación Global Poker Index, Argentina domina el ranking latinoamericano de jugadores de póker, ¿no será acaso por la gran carga psicológica que acompaña su estrategia? Por supuesto que sí.
El uso de la psicología como una herramienta para afrontar los problemas del día a día va más allá del diván.
Lo cierto es que la relación de Argentina con el psicoanálisis, más que un tópico es una realidad. En el Atlas de Salud Mental publicado por la OMS en 2014, se señalaba que Argentina contaba con prácticamente 198 psicólogos por cada 100.000 habitantes, lo que le convierte en el país del mundo con más profesionales de esta rama por ciudadano. El segundo país en la lista era Finlandia, con una media de 57. Los datos lo dicen todo.
De ese gran número de psicólogos, prácticamente la mitad se concentran en la Capital Federal, especialmente en el barrio de Palermo, que popularmente se conoce como “Villa Freud”. Nombre bien merecido, puesto que una de las características principales que definen la psicología practicada en Argentina es su estrecha relación con el psicoanálisis, otros métodos como el tratamiento cognitivo conductual, muy populares en otros lugares, apenas se utilizan.
El desarrollo de la psicología en Argentina, tal y como explica el profesor Enrique Saforcada, se remonta al siglo XIX. El país estuvo entre los pioneros de la disciplina en sus orígenes pero por diversas circunstancias no se iniciaron las primeras carreras universitarias de psicología hasta finales de los años 50. Estos estudios no tenían el enfoque académico de los inicios sino que surgieron más de la afición de algunos profesores procedentes de otras materias, especialmente de la medicina. Desde el principio se asoció la psicología con la enfermedad, es decir, con el diagnóstico y el tratamiento de enfermos. Esto explica que incluso actualmente la inmensa mayoría de profesionales, entre un 60% y un 90%, se dediquen a la psicología clínica.
El boom del psicoanálisis llegó en los años 60 como una práctica llegada de Europa que otorgaba cierto aire de modernidad, prestigio y distinción. En la siguiente década, se le dio un carácter subversivo. El éxito del psicoanálisis en Argentina (principalmente en Buenos Aires) está íntimamente ligado con los años más convulsos de la historia del país.
El psicoanálisis sigue aplicándose en Argentina en la mayoría de terapias psicológicas. Su creador, Sigmund Freud, puso el foco en lo que hay oculto en cada uno de nosotros. El método de tirar del hilo hasta buscar el origen del problema, conocer cuál es la historia completa, funciona muy bien en una tierra que se ha nutrido de inmigrantes. El amor y respeto por el pasado, por los orígenes, es un elemento común entre la terapia del famoso médico austríaco y la cultura popular argentina.
Mientras que en algunos países acudir a un psicólogo sigue teniendo ciertas connotaciones negativas, casi como si fuera un estigma, en Argentina es una práctica común. Y sana. Se consumen muchas menos medicinas o sustancias tóxicas que en otros lugares del mundo, y esto es debido sin duda a que ir a terapia, abrirse y descubrirse a través de la palabra, se ve como una herramienta, una ayuda, y por lo tanto, algo absolutamente positivo.
El 80% de las personas que acuden al médico, lo hacen por problemas de salud mental. En una sociedad donde el estrés, las crisis de identidad o la sobrecarga de información son habituales en nuestro día a día, es lógico y común que se produzcan estados de ansiedad. No tratarlos sería como no comer cuando se tiene hambre. Eso sí que sería de locos.