La escuela N° 10 Julio Cortázar de Banfield celebró sus 125 años junto a alumnos, ex alumnos, docentes de hoy y de ayer, directivos, vecinos y autoridades municipales. Hubo música, tango y folklore, maquetas, homenajes, feria del plato y una emotiva suelta de globos.
“Banfield era para un niño un paraíso, porque mi jardín daba a otro jardín. Era mi reino”, dijo alguna vez el inmenso escritor Julio Cortázar sobre aquel paraíso de cuadras empedradas caminadas allá por el año 1918 desde su casa en Rodríguez Peña 587 hasta Maipú y Belgrano, donde se encontraba la Escuela N° 10, entonces llamada Julio Argentino Roca. Hoy la escuela queda a sólo tres cuadras, en Pueyrredón y Castro Barros, y hace seis años que lleva su nombre.
María Inés es la bibliotecaria de la escuela hace 13 años. «Esta hermosa biblioteca cumplió 110 años. Me ocupé de ordenarla y organizarla para que los chicos puedan disfrutar de la lectura y se sientan libres de leer lo que más les gusta», cuenta a Por el País y agrega que «aquí me acerqué mucho más a Cortázar, ese gran escritor que jugaba con las palabras y creaba mundos. Siempre mantuvo vivo a su niño interior».
En su historia la escuela ocupó siete edificios alquilados por el Consejo Escolar. En 1901 se traslada a Banfield y en 1907 inaugura su biblioteca Domingo F. Sarmiento. En 1937 es bautizada General Julio Argentino Roca y en 1953 inaugura su actual edificio propio.
Desde diciembre de 2011 la Escuela Nº 10 de Banfield se llama Julio Cortázar. Si bien era conocida en el barrio como “la escuela de Cortázar”, se llamaba Julio Argentino Roca. Pero por iniciativa de ex alumnos, vecinos, docentes, alumnos y familias de la escuela, se llevó adelante la tarea de cambiarle su nombre por el de uno de los más grandes autores argentinos.
Festejo, homenaje y recuerdos
Desde las 10 de la mañana la calle Pueyrredón se convirtió en un escenario donde alumnos de todas las edades demostraron su ritmo con un números de danza: pop, tango y folklore interpretados con gran precisión.
Ex alumnos de todos los tiempos desfilaron agrupados según su década de egresados. Así, desde 1940 y hasta los últimos egresados, rememoraron las huellas del pasado y recordaron cómo era la escuela. «Cuando comencé la escuela estaba ubicada en Belgrano y Maipú. El edificio era de material y las aulas de madera: había 7 aulas y un patio cerrado. Si nos portábamos mal nos agarraban de las orejas y nos hacían ir al rincón y escribir 500 veces lo que habíamos hecho mal», recuerda Carlos Torres de 78 años.
Cerca de las 12 una suelta de globos verdes y blancos acompañados por el sonido de la sirena de bomberos coronó la fiesta de una escuela que es símbolo en Banfield. El patio se transformó en un museo con fotos de ex alumnos en cada pared. «¡Al fin encontré la foto de mi hija Liliana!, dice Marta, mamá de una egresada en los años 90. «Miré cada una de las cientos de fotos que hay y al fina la ubiqué», explica contenta.
En una larga mesa siete mamás vendieron empanadas, budines, tortas y alfajores, y los invitados recorrían las aulas y disfrutaban de las maquetas diseñadas por los chicos en homenaje a Cortázar.
Hasta la biblioteca está de fiesta: decorada con banderitas rojas, azules y verdes, los libros son protagonistas y el recuerdo del escritor de Rayuela está en cada rincón mediante fotos y frases. Huele a libros viejos, a infancia, a recuerdos interminables de 125 años de historia. Una historia que hoy tuvo su gran festejo.
Fotos: Por el País