La Doctora Vanesa Gottifredi, científica del Conicet, fue premiada por su trayectoria y por su trabajo en el estudio de las células malignas del cuerpo. Fue distinguida por la Fundación Alexander von Humboldt, con sede en Bonn, Alemania.
Por su trayectoria, sus hallazgos y el impacto que tendrán en el futuro sus líneas de investigación centradas en la identificación de estrategias de adaptación de las células malignas al ataque de la quimioterapia, le otorgaron el premio Friedrich Wilhelm Bessel a Vanesa Gottifredi, jefa del Laboratorio de Ciclo Celular y Estabilidad Genómica del Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Buenos Aires.
El galardón está destinado a científicos extranjeros de demostrada trayectoria que se encuentren colaborando con colegas alemanes.
Vanesa Gottifredi se graduó como química en la Universidad Nacional de Salta, obtuvo un doctorado en biología humana en la Universidad “La Sapienza” de Roma, Italia, y completó sus estudios posdoctorales en biología celular y cáncer en la Universidad de Columbia, Estados Unidos.
Actualmente, está abocada a entender y anular los mecanismos de resistencia de los tumores a los tratamientos oncológicos.
La célula tumoral y la quimioterapia
El gran objetivo de la célula tumoral es dividirse, explica Gottifredi. Para hacerlo, cada célula debe copiar los dos metros de ADN que lleva empaquetado en su núcleo. La quimioterapia se basa en una gran idea: arruinar la calidad de ADN que debe ser copiado, de modo tal que la réplica sea tan mala que no contenga las instrucciones mínimas para generar una célula viva.
Sin embargo, esta idea brillante se enfrenta a un cínico efecto colateral de la evolución: “La célula humana, para lidiar con agentes tóxicos como la radiación del sol, posee procesos que adaptan el copiado de ADN a moldes imperfectos. Y la célula tumoral, en muchos casos, aprovecha esos mecanismos logrando algunas copias que permiten la sobrevida de algunas células malignas y, después de un tiempo, vuelven a generar la enfermedad”, explica Vanesa.
Hace 20 años, los científicos ignoraban la existencia de estos mecanismos de defensa que utilizan tanto las células normales como las tumorales para hacer frente a eventos adversos. “Hoy existen cientos de pruebas clínicas en las que se trata de arruinar esos procesos de adaptación, con algunos datos esperanzadores”, señala.
Por ejemplo, el laboratorio de Gottifredi ha indagado en el modo en que algunas proteínas afectan la “coreografía” de eventos que regulan la duplicación del ADN. E identificó una proteína que bloquea a enzimas que pueden copiar el material genético a partir de moldes lesionados, interfiriendo así con la duplicación y división de la célula tumoral.
“¿Es la única posible estrategia? Por supuesto que no. Pero cada investigador básico o clínico debe elegir el que considera su mejor lugar de batalla y tratar de entregar su más honesto y significativo avance a la sociedad”, subraya Gottifredi.
«El objetivo de investigaciones enmarcadas en este premio es producir conocimiento útil para la sociedad, y sugerir potenciales herramientas con capacidad de mejorar las terapias actuales. Es como una cadena de montaje. En general, un buen científico puede aspirar a ser un eslabón de esa cadena”, concluye Gottifredi.