Los cordobeses Julián Demo y Mariano Bearzotti crearon un refugio móvil que resiste condiciones climáticas adversas como las de alta montaña y temperaturas y vientos antárticos extremos. Al invento lo están probado en la Antártida para mejorar la red de refugios para investigación.
Cien por ciento argentino, el refugio móvil desarrollado con el asesoramiento del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) es fácil de armar y de trasladar: pesa 400 kilos; mide 2,2 metros de largo, uno de ancho y 1,8 de alto. Su estructura semiesférica permite que el aire se mueva en forma circular y el calor se distribuya de manera uniforme.
Es de fibra de vidrio, que es el material resistente, con resina poliéster que aglomera. Tiene una superficie de 12 metros cuadrados y un revestimiento formado por tres capas de materiales compuestos: fibra de vidrio en el exterior y el interior, y espuma de poliuretano en medio.
El refugio es un geodomo con paneles exagonales ensamblados que «encastran entre sí y se ajustan con tornillos de acero inoxidable para formar una estructura autoportante con forma de cúpula», contó el ingeniero civil Julián, autor del proyecto junto al especialista en alta montaña Mariano.
El color naranja no es casualidad: es parte del código de sitios rodeados por la nieve. Y la estructura semiesférica del refugio está inspirada en la Naturaleza, en lugares como colmenas o nidos, porque permite que el aire se mueva en forma circular y el calor se distribuya de manera uniforme.
El habitáculo, que oficia de iglú portátil, partió desde la localidad cordobesa de Calamuchita hacia la Base Esperanza a mediados de marzo. Los antárticos están probando el refugio con la expectativa de su uso en el fortalecimiento de la red de refugios para investigación y presencia nacional en el continente helado.
El personal responsable del armado en el lugar -entre ellos Juan Manuel Lescano, jefe de la patrulla de rescate de la Base Esperanza- explicó que «la experiencia de haber dormido 48 horas en este espacio fue muy confortable porque mantuvo una temperatura constante de 0 grados pese a que la sensación térmica en la zona era de 15 grados bajo cero».
Sumado a la experiencia antártica, los emprendedores trabajan con la gente de Turismo en un proyecto para equipar con refugios los ‘seismiles’ de Argentina (las montañas de más de seis mil metros).
Cómo nació la idea
«La idea surgió hace más de cuatro años porque necesitábamos ampliar la capacidad del refugio de piedra y chapa de la base del cerro Champaquí -de 2800 metros y el más alto de Córdoba-, y lo que había en el mercado eran estructuras de caño y lona, más provisorio», relató Demo.
Entonces hicieron una primera generación de refugios para el camping de la base y una segunda para el refugio de la empresa que opera el Champaquí, hasta que le quisieron dar una vueltita más de tuerca y surgió la tercera generación, con la ventaja de la transportabilidad y de su bajo impacto ambiental.
Fuente: Télam