Al menos 70.000 diques construidos por castores en Tierra del Fuego dan magnitud del impacto catastrófico que produjo la descontrolada población de roedores subacuáticos introducida a mediados del siglo pasado con la intención de favorecer la industria de pieles de animales.
La peletería es la industria dedicada a la elaboración de indumentaria a partir de cuero y piel animal; es una de las tecnologías más antiguas conocidas y probablemente la forma más antigua de elaboración de indumentaria.
«Anteriormente se habían realizado muestreos en áreas determinadas pero no se había llevado a cabo un relevamiento exhaustivo de toda la superficie de la provincia. Nosotros hicimos ese trabajo y al finalizar el conteo no lo podíamos creer, nos sorprendió muchísimo el número de diques», dijo la investigadora de la Facultad de Agronomía de la UBA Ana Eljall.
Los castores son conocidos por su habilidad natural para construir diques en ríos y arroyos, y sus hogares —llamados castoreras— en los estanques que se crean a causa del bloqueo del dique en la corriente de agua. Para la edificación de estas estructuras, utilizan principalmente los troncos de los árboles que derriban con sus poderosos incisivos. Si bien estas construcciones no suelen dañar el ambiente, en ecosistemas extraños para ellos, estas modificaciones pueden ser perjudiciales, como ha sucedido en Tierra del Fuego.
Los investigadores estimaron en 2.300 kilómetros la longitud acumulada de diques, lo que ocasiona la inundación de unos 100 kilómetros cuadrados.
El relevamiento, publicado por el sitio de divulgación Sobre la Tierra, cuantificó el alcance de la expansión y el impacto de estos animales desde los primeros 20 castores nativos de Canadá introducidos en el extremo sur de la Patagonia por una iniciativa comercial que provocó un enorme problema sobre el ecosistema.
El estudio concluyó que allí se extienden no menos de 70.000 diques construidos por castores, que cortan el flujo de los ríos y alteran la composición y el funcionamiento del ambiente.
El impacto de los castores
«Hay investigadores que señalan la presencia del castor como el impacto más grande generado sobre los bosques andino-patagónicos en la etapa geológica actual. Es un disturbio inédito y de una enorme magnitud», afirmó, ya que cuando los roedores construyen diques, cortan árboles, interrumpen los flujos de agua y generan embalses.
Así, en las zonas inundadas se acumulan sedimentos que cambian la estructura del suelo y provocan la muerte de más árboles porque sus raíces se ahogan.
Eljall diseñó el método de investigación confeccionando una base de datos geográfica con imágenes satelitales de alta resolución, generadas con las plataformas Google Earth y Bing Maps. Hodara describió que la isla de Tierra del Fuego está dividida en cuatro regiones ecológicas y que al comenzar el trabajo esperaban encontrar una gran invasión de castores en la zona de bosque y turberas ubicada al sur de la isla, donde se liberaron los animales exóticos a mediados del siglo pasado.
Pero la sorpresa fue que en el norte, donde no existiría un ambiente propicio para el establecimiento y el desarrollo de los roedores, encontraron expandida la población de castores: «Nos impresionó el impacto de la invasión en el norte de la isla, donde el ambiente no parecía amigable para que se estableciera el castor».
En el centro-sur de la isla, los investigadores encontraron la mayor densidad, con un máximo de hasta 123 diques por kilómetro cuadrado, en una zona en la que el mayor porcentaje del territorio, un 84 por ciento, tiene a menos de un kilómetro a la castorera más cercana.
¿Por qué hay una invasión de castores?
Aparentemente, fue la falta de predadores naturales lo que posibilitó la gran expansión del castor en algunas décadas, además de la disponibilidad de recursos, la gran plasticidad característica de la especie y la semejanza de los ambientes invadidos y los nativos.
Eljall advirtió que la distribución del castor no se restringiría a sitios boscosos y con drenajes abundantes, donde hay más agua y alimentos, sino que, aunque en menor proporción, la especie también está presente en la estepa, al norte de la isla, desde donde podría dispersarse a la Patagonia continental.
Los investigadores de Agronomía dijeron que diseñarán plan para el manejo efectivo y la restauración de las áreas afectadas, a cargo de técnicos y autoridades que impulsan el Plan estratégico binacional de erradicación del castor, a partir de un acuerdo firmado en 2008 por los gobiernos de Argentina y Chile.