«Las plantas tienen el poder de curar; la sabiduría popular dice que crecen donde las necesitamos», explica Sara Itkin, médica naturista desde 2001, año en el que decidió dejar la medicina convencional para dedicarse a la medicina naturista.
A Sara Le apasiona investigar las propiedades de las flores y raíces patagónicas. «Soy médica naturista porque abrazo al Naturismo como forma de vida.”, afirma.
«Las plantas son más fiables que una droga sintética, los miles de años de uso las avalan como una medicina segura. Casi no presentan contraindicaciones y actúan desde la prevención, fomentando la Salud», explica.
Sara se desempeñaba en un hospital utilizando la medicina convencional, pero siempre prestaba atención a los pacientes que le contaban de “unos yuyitos” que los sanaban. Empezó a investigar las plantas y dejó atrás los métodos tradicionales para dedicarse a otra forma de curar. Hoy viaja por la Patagonia para explicar cómo prevenir y aliviar dolores con las hierbas del jardín.
Desde sus primeros pasos en la medicina, hace 26 años, le llamaron la atención los remedios caseros que usaban en las zonas rurales. “Muchos decían que se curaban el dedo con palán palán, la quemadura del brasero con aloe o usaban el llantén para las heridas, lo que me parecía maravilloso; entonces, empecé a buscar la parte fisicoquímica de cada planta”, relató.
Eso la llevó a convivir un tiempo entre ambas medicinas: la del hospital y la de la naturaleza. Supo entonces que su camino chocaba con el saber institucionalizado y con el poder de las grandes industrias farmacéuticas, pero lo suyo era una vocación y no tenía retorno.
Los cultivos orgánicos tienen más nutrientes que los cultivos convencionales. Estos últimos tienen, además, agrotóxicos que no solo hacen mal sino que también impiden la absorción de nutrientes. A su vez lo silvestre, como creció con un tiempo totalmente natural, tiene muchos más nutrientes que lo de un cultivo orgánico.
Unos años más tarde, cuando trabajaba en Villa Traful, tomó la decisión que le cambió la vida. “Estaba embarazada de mi primer hijo y tuve un conflicto con el gobierno de turno, que me llevó a abandonar la salud pública porque me decepcionó y sólo seguí con el naturismo”, contó.
Sara se mudó a Bariloche, donde se dedicó a dictar talleres y armar su consultorio naturista. Recopiló una extensa lista de hierbas y la plasmó en su primer libro: Plantas de la Patagonia para la salud.
“Desde los sistemas de salud pública me invitan a dar charlas a los profesionales, como en Bariloche, General Roca o El Hoyo”, comentó con orgullo. Remarcó que aun los defensores de los remedios sintéticos “no pueden negar que las plantas sanan”.
Indica que “sería bueno que vuelvan los jardines botánicos a los hospitales, en algunos los hay, pero como decisión de gobierno, y que los doctores conozcan la fitomedicina”.
“Es una época donde mucha gente se quiere sanar de forma natural, entonces, las grandes industrias que siempre combatieron estos saberes se quieren quedar con las plantas, las quieren patentar”, advirtió.
Algunos consejos de Sara
- Las rosas, en especial las blancas, pueden ayudar a mantener la piel saludable, ya que la suaviza, nutre y regenera.
- Una de las frutas más sabrosas del mundo, poseedora de maravillosas propiedades para la salud es la frambuesa. Además de ser ricas en vitamina C, es muy ricas en ácido fólico: una vitamina del grupo B importante para la salud del sistema nervioso y para el correcto desarrollo del sistema nerviosa de un bebé en gestación.
- La caléndula es la «reina de la piel». Para mantener la piel humectada y protegida, el aceite de caléndula es muy efectivo.
- El llantén, conocido como sietevenas, es una planta con gran poder antibiótico. No solo es muy efectivo para tratar procesos virales de las vías aéreas y otitis externas, también es un gran cicatrizante natural.
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Fuente: LMNeuquén, por Ana Laura Calducci.
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