Federico Argüello de 19 años, y Nicolas Aranda de 28, tienen una discapacidad intelectual y son atletas del Cottolengo de Don Orione, en Claypole. Junto a sus dos profesores de educación física y otros 1.500 deportistas de 25 países, participarán desde el viernes 3 de febrero del «Cruce de los Andes», una exigente carrera que dura tres días y recorre 100 kilómetros de zona montañosa.
Ya partieron a Bariloche, donde el viernes 3 de febrero se transformarán en los primeros en su condición en participar de este certamen.
Federico y Nico tienen un leve retraso madurativo y viven en el Cottolengo de Claypole donde participan junto a otros residentes del Grupo Aeróbico, creado en 2006 para disminuir el sedentarismo y la obesidad y mejorar la salud de los residentes a través de la actividad física, el deporte y la recreación.
«Imagino que va a ser duro, por eso es que nos estamos preparando corriendo mucho. Un poco cansa, pero vale la pena», contó a Télam Federico, quien desde que forma parte del Grupo Aeróbico de Claypole ya obtuvo varios títulos y medallas.
Así también lo vive Nico: «Cruzar los Andes es mi sueño, es una experiencia nueva que no imaginaba hacer», dijo y explicó que para prepararse adecuadamente corren casi a diario, a veces hasta dos veces por día, y se alimentan en base a una dieta especial que les preparó su profesor de educación física. «Los chicos del Grupo me alientan, me dicen que vaya. Muchos quisieran venir también», afirmó.
Cómo será la carrera
El Cruce de los Andes tendrá como punto de largada el cerro Catedral, en la ciudad de San Carlos de Bariloche, el 1 de febrero, pero al igual que el resto de los corredores de la categoría amateur, los dos atletas argentinos se sumarán el viernes 3, cuando iniciarán el recorrido de tres días hasta llegar a Chile a través del paso El Manso, también llamado paso El León.
Durante la travesía disfrutarán de caminos de montaña con lagos, ríos, bosques y otros paisajes típicos de la Patagonia, aunque deberán soportar altitudes superiores a los 2.000 metros sobre el nivel del mar. Estar en forma para tamaña exigencia les requirió meses de un entrenamiento acorde al desafío.
El entrenamiento, de la mano de Claudio Montero y Matias López
«Las rutinas que venimos realizando tienen que ver con trabajos aeróbicos y anaeróbicos, que acostumbran al cuerpo a realizar subidas y bajadas, ya que el 70% de la carrera se caracteriza por senderos de ascenso y descenso en montaña», explicó Claudio Montero, uno de los profesores de educación física de los jóvenes que también participarán de la competencia.
«Muchos pacientes hipertensos tuvieron una baja de medicación por la sistematización del trabajo y otros mejoraron a nivel social. Había algunos que debido a sus patologías tenían tendencias al aislamiento o a conductas muy estereotipadas, pero con el correr de los años empezaron a interactuar dentro del grupo de una forma natural», aseguró Montero, quien integra el equipo de Rehabilitación del Cottolengo de Claypole desde hace 23 años.
Desmitificar la discapacidad y la afirmación de que «las personas discapacitadas no pueden» son las premisas con la que trabajan desde el Cottolengo de Claypole para mejorar la calidad de vida de sus residentes.
«Alentamos el crecimiento y el desarrollo de cada persona, dando apoyos cuando es necesario y potenciando aquello que da para más», afirma el profesor.
Para seguir su recorrido a través de las redes sociales, la institución informó que puede hacerse a través del hashtag #AtletasDelCottolengo, con el que mostrarán imágenes del recorrido y las sensaciones de una experiencia única para sus participantes.
Fuente y foto: Télam