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Cambio climático: afirman que Italia y España se convertirían en desierto

Según un estudio realizado por la universidad australiana de Queensland, casi todos los ecosistemas terrestres han sido alterados de algún modo por el cambio climático: el 82 por ciento de los procesos ecológicos principales en el suelo y el agua del planeta han sido afectados por trastornos climáticos que se esperaban recién dentro de varias décadas. 

Las plantas y los animales han sido tan afectados que muy pronto los científicos deberán intervenir para crear una evolución asistida por los humanos. Por otro lado, disminuyen las cosechas, se agotan los recursos pesqueros y decae la seguridad alimentaria.

El profesor John Pandolfi, experto en gestión ambiental y coautor del citado trabajo científico, explica que: «Las temperaturas extremas están provocando la adaptación evolutiva de muchas especies, que cambian genética y físicamente de modo acentuado. Tales respuestas incluyen la tolerancia a las altas temperaturas, cambios en la naturaleza sexual, reducción de la masa corporal y planos de rutinas migratorias, precisiones que permitirán la evaluación de la venidera naturaleza humana».

Entre ejemplos de especies afectadas aparecen seis familias de salamandras de las montañas Apalaches de Norteamérica, cuyo tamaño corporal se ha reducido un ocho por ciento durante los últimos cincuenta años.

El estudio científico convoca a los gobiernos a cumplir los compromisos asumidos al firmar el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, aunque se deduce que es demasiado tarde para poner un tope de 1,5 por ciento de aumento de la temperatura planetaria.

En este sentido, el doctor Watson es rotundo: «Ya dejó de ser razonable creer que estamos ante una preocupación sobre el futuro, pues si no actuamos ya mismo para frenar las emisiones de gases de invernadero, veremos el cambio fundamental de los ecosistemas en nuestro propio tiempo de vida».

El testimonio coincide con la edición 22 de la Cumbre Internacional de la ONU sobre el cambio climático, en Marruecos. Entre la abundante folletería ecologista distribuida, puede leerse un duro vaticinio sobre la región del Mediterráneo, según el cual España, Portugal, Italia y Turquía se convertirían en desiertos hacia el fin del siglo actual.

La revista especializada Science señaló que el cambio climático inducido por los humanos podría alterar al Mediterráneo de un modo sin precedentes a menos que los gobiernos reduzcan las emisiones de gases.

Otra anomalía causada por el cambio climático son los bosques de América del Norte, donde las plagas de insectos se presentan con virulencia desconocida en el pasado y con variantes en su voracidad.

Estudios de largo alcance realizados en el Mar del Norte, centrados en el recalentamiento de las corrientes, indican que por lo menos seis especies de pescados han sufrido una notable reducción de su masa corporal debido al recalentamiento de las aguas.

Con mayor prudencia, los especialistas sospechan que la erupción de especies patógenas, como los mosquitos transmisores de las fiebres Zika, dengue o malaria, son parte de la serie de anomalías que no cesan de verificarse.

En este plano, cabe destacar la expansiva acción depredadora de varias especies de insectos de Norteamérica, cuyo radio de acción y voracidad viene ampliándose a razón de tres kilómetros por año. Por ello, no sorprenden las palabras del doctor Watson: «Mucha gente no esperaba este ritmo de cambios, y en lo referido al clima, el tiempo de actuar no está en el futuro, es ahora mismo».

¿Qué es el gas de efecto invernadero?

Un gas de efecto invernadero es un gas atmosférico que absorbe y emite radiación dentro del rango infrarrojo. Este proceso es la fundamental causa del efecto invernadero. Los principales gases de efecto invernadero en la atmósfera terrestre son el vapor de agua, el dióxido de carbono, el metano, el óxido de nitrógeno y el ozono.

Sin estos gases, la temperatura promedio de la superficie terrestre sería alrededor de −18 °C en lugar de la media actual de 15 °C. En el sistema solar, las atmósferas de Venus, Marte y Titán también albergan gases que causan un efecto invernadero.

Las actividades humanas desde el inicio de la Revolución Industrial ha producido un incremento del 40 % en la concentración atmosférica del dióxido de carbono. Las emisiones antropogénicas (producidas por actividades humanas) provienen de la combustion de combustibles fósiles, principalmente carbón, petróleo y gas natural, además de la deforestación, la erosión del suelo y la crianza animal.

Se ha estimado que si las emisiones de estos gases continúan al ritmo actual, la temperatura de la superficie terrestre podría exceder valores históricos en el 2047, con efectos potencialmente dañinos en los ecosistemas, la biodiversidad y el subsistencia de los seres humanos.

Siguiendo la trayectoria de emisiones actual la Tierra podría superar el límite de 2 °C de calentamiento global (límite señalado por expertos como un calentamiento global «peligroso») en el año 2036.

 

Fuente: Télam (Miguel Grinberg)