inclusión, cárcel, educación

Enseñan oficios en una cárcel de San Martín

Los internos del Complejo Penitenciario San Martín que están transitando el tramo final de su condena, podrán capacitarse y desarrollar emprendimientos laborales, con el acompañamiento de docentes de la Universidad de Buenos Aires y la Universidad de San Martín. 

Los detenidos están construyendo su propia escuela de oficios junto a un grupo de docentes, estudiantes y extensionistas universitarios: se trata de la Escuela de Oficios del Complejo San Martín, ubicado en el partido homónimo, que alberga a las unidades N° 46, 47 y 48. Allí podrán desarrollar iniciativas productivas con el acompañamiento y la capacitación de las instituciones académicas para complementar la formación socio-educativa con la inserción laboral.

Es una iniciativa de la Facultad de Agronomía de la UBA, la Universidad de San Martín, el Ministerio de Trabajo y el Ministerio de Ciencia y Técnica, entre otras instituciones.

El objetivo es promover la capacitación y el trabajo, aprovechando muchos conocimientos que ya poseen aquellas personas que están privadas de su libertad, y fomentará el desarrollo de emprendimientos que puedan continuar una vez que finalicen su pena. Además, durante este período las familias de los internos podrán comercializar los productos que se elaboren en el marco de este programa.

La construcción de la escuela de oficios apuesta a convertirse en un espacio que ayude a superar algunas problemáticas actuales: “Es necesario generar un espacio neutro que no esté atravesado por el poder interno que circula dentro de estos ámbitos. Pensamos que va a colaborar para ampliar y nuclear las actividades que ya se realizan en las casitas (como llaman a las viviendas que habitan las personas integradas en el régimen abierto), así como en la la huerta o la cría de faisanes, que es asistida por el INTA”, explicó Martina Pedocchi, coordinadora del Centro Universitario de la Universidad de San Martín, situado en la Unidad Penal Nº 48, donde asisten detenidos y personal del servicio penitenciario.

La idea es unir fuerzas de dos instituciones que trabajan allí desde hace años y potenciar las actividades educativas: en el complejo penitenciario, la Universidad de San Martín dicta las carreras Licenciatura en Sociología, Tecnicatura en Informática y Formación Profesional en Pastelería. Por su parte, la Facultad de Agronomía de la UBA dirige cursos de jardinería, huerta, producción de invernáculos, pintura de macetas y expresión creativa. 

“Hay muchos conocimientos aislados en los internos, desde carpintería hasta electricidad. Es importante aunar ese saber para que interactúe, no solo entre la universidad y los internos, sino también entre los mismos internos. Queremos generar una escuela que tenga autonomía universitaria en relación con el servicio penitenciario pero que también pueda conversar con ellos”, agrega Martina.

Los estudiantes diseñaron los planos de una casa universitaria, diversas herramientas de utilidad y hasta productos para los emprendimientos

Desde adentro hacia afuera

Esta iniciativa universitaria integra otros espacios como las mesas de las cooperativas de contexto de encierro y de trabajo para liberados: “Se trata de un trabajo interinstitucional pensando en la inclusión futura de las personas que están privadas de su libertad, pero desde adentro, sobre todo para la gente que está próxima finalizar su condena”, resaltó Bettina Minichello, arquitecta que coordinará la construcción del centro productivo.

“Cambiar las condiciones de vida en el penal es una decisión política, que podemos mejorar con la educación dentro y fuera de la cárcel. Varios de los internos que pasaron por la carrera de Sociología han salido a sus barrios y armado otras organizaciones, como la biblioteca popular La Carcova, con Waldemar Cubilla; el merendero y centro cultural y deportivo Los Amigos del Barrio de Sarmiento, con Mario Cruz”, destacó Martina Pedocchi.

Emprendimiento con raíces

Bunge, Pedocchi y Minichello se refirieron a sus motivaciones a la hora de trabajar desde la educación y la extensión en el complejo penitenciario.

“Nos interesa poder visibilizar qué hacemos con las personas que de alguna manera no cumplieron con un pacto social impuesto. Qué pasó para que lleguen ahí y qué hacemos con ellos”.

Por su parte, Minichello resaltó que cualquier profesión puede y debería cumplir una función social: “Es clave enfocarse en los sectores de mayor marginación, donde nadie se quiere meter. Nadie piensa que se puede recuperar lo que está ahí”.

 

Por Sebastián Tamashiro