El dato es contundente: en el país, cada 9 minutos alguien sufre un ACV, y se calcula que cada año 126 mil argentinos sufren un ataque cerebro vascular, sólo una cuarta parte de ellos logra recuperarse por completo; el resto, o fallece a consecuencia del episodio o queda con secuelas que afectan seriamente su calidad de vida, como limitaciones en el habla o en la movilidad.
El estrés, el consumo de drogas y el ritmo de vida acelerado aumentan los peligros de sufrir este tipo de enfermedades, y hacen que las poblaciones afectadas sean cada vez más jóvenes.
Mónica Clarck es la directora médica de AlunCo Salud, un centro de rehabilitación, reeducación y de integración social destinado a niños y adultos. Ella explica que: “Notamos con preocupación el crecimiento de consultas de esta nueva población de discapacitados. Llegan con problemas motores, muchas veces muy serios, que deben ser tratados de manera integral. Existen ciertas cuestiones a tener en cuenta para prevenirla, además de estar alerta ante los primeros signos de alarma, para poder así reducir al máximo este tipo de accidentes. En tal sentido, la mala alimentación, el tabaquismo, el sedentarismo y el estrés psicosocial, son variables que incrementan de manera exponencial el riesgo de ACV”.
Agrega Mónica que «la rehabilitación de personas que han sufrido ACV debe ser integral, intensivo, personalizado, flexible y creativo. No debe perder de vista que el objetivo final es la integración social que devuelva una nueva identidad e integridad a la persona que trata».
Los dos tipos de ataque cerebrovascular:
Ictus isquémico o infarto cerebral: es una isquemia (disminución importante del flujo sanguíneo) en el cerebro, de manera anormalmente brusca;
Ictus hemorrágico, derrame cerebral o hemorragia cerebral: la hemorragia es originada por la rotura de un vaso cerebral.
Las enfermedades cerebrovasculares constituyen, en la actualidad, la tercera causa de muerte en el mundo occidental, la primera causa de invalidez permanente entre las personas adultas y una de las principales causas de déficit neurológico en el anciano.
No obstante, se ha demostrado que los ataques cerebrovasculares (ACV) en niños de 0 a 14 años son los que tienen más facilidad de recuperación, debido a que tienen un cerebro flexible y joven.
Los síntomas de un ataque cerebrovascular
Los síntomas son muy variados, en función del área cerebral afectada: pueden ser síntomas puramente sensoriales o puramente motores o una combinación de ambos (sensitivomotores). Los más frecuentemente diagnosticados son:
- Pérdida de fuerza en un brazo o una pierna, o parálisis en la cara (hemiparesia/hemiplejía);
- Dificultad para expresarse, entender lo que se le dice o lenguaje ininteligible (disartria);
- Dificultad al caminar, pérdida de equilibrio o de coordinación;
- Mareos, dolor de cabeza brusco, intenso e inusual, casi siempre acompañado de otros síntomas;
- Pérdida de la visión en uno o en ambos ojos;
- Además de las manifestaciones físicas, hasta un 50 por ciento de las personas que sobreviven a su ataque cerebral sufren depresión durante los primeros años; a pesar de esto, en la mayoría de los casos se omite el diagnóstico, lo que repercute negativamente en el paciente.
- Numerosos cuadros de ataque cerebrovascular (ACV) de baja intensidad y duración pasan inadvertidos, debido a lo anodino de la sintomatología: parestesias, debilidad de un grupo muscular poco específico (su actividad es suplida por otros grupos musculares), episodios amnésicos breves, pequeña desorientación y otros. Son estos síntomas menores los más frecuentes, y tienen una gran importancia, porque dan un aviso prematuro acerca de la patología subyacente.
¿Qué hacer frente a una persona que tiene un ACV?
En realidad los primeros auxilios debe llevarlos a cabo lo más pronto posible el personal médico, y deberá mantenerse, mientras tanto, a la persona afectada en la mayor calma e inmovilidad posibles (sin esfuerzos ni violencia) hasta la llegada del personal médico, sin administrar al afectado ningún fármaco no prescrito por autoridad médica.
Las cuatro primeras horas son cruciales para la atención de quien sufre un ACV, y durante ese lapso es necesaria la participación del personal médico.
¿Cómo prevenirlo?
Lo fundamental es controlar los factores de riesgo:
- La hipertensión arterial, el colesterol malo elevado (incluido el aumento de triglicéridos), debido al consumo de grasas saturadas animales y aceites hidrogenados, y la diabetes.
- Evitar el consumo de cigarro, de sustancias psicotrópicas o estupefacientes y de bebidas alcohólicas.
- Evitar el sedentarismo y practicar ejercicio físico; consumir una dieta rica en verduras, frutas, proteínas, colesterol “bueno” y grasas polinsaturadas, consumir poca sal y evitar el consumo de cantidades elevadas de carbohidratos (azúcares y harinas) y grasas saturadas.
- No padecer ansiedad y aún más el angor (la angina de pecho), ya que, entre otros problemas vasculares, aumenta la hipertensión arterial.
- Evitar la depresión, ya que los estados anímicos depresivos tienden a espesar la sangre.
- Seguir las recomendaciones del médico de cabecera, quien tiene acceso a la información pertinente relacionada con la salud de cada individuo.
- No tener sobrepeso.
- No hacer deportes de contacto o sobreesfuerzos.
Dictarán una Maestría en Neurorehabilitación
AlunCo brindará una Maestría en Neurorehabilitación, con modalidad virtual. El propósito general será formar maestros en Neurorehabilitación capaces de proporcionar atención con el más alto nivel de calidad profesional y calidez humana en el tratamiento de las personas con algún tipo de discapacidad de origen neurológico o bien en riesgo de padecerla, al tiempo de desarrollar líneas de investigación en el contexto de las neurociencias.
Informes e Inscripción
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