Se trata de un gusano que ataca a orugas, gorgojos, escarabajos y otras plagas de frutales, mediante una potente «arma bacteriológica». Esto podría aportar nuevas y mejores herramientas de control biológico y evitar el uso de insecticidas tóxicos.
Así lo cree un equipo de investigadores, quienes secuenciaron el genoma de la bacteria que ese gusano, denominado Heterorhabditis bacteriophora, introduce en los insectos huéspedes.
La bacteria en cuestión se llama Photorhabdus luminescens y produce una batería de toxinas, enzimas, sustancias antibióticas y otros factores de virulencia que matan rápidamente a la víctima.
Los científicos, liderados por el doctor Leopoldo Palma, del Centro de Investigaciones y Transferencia de Villa María, secuenciaron por primera vez el genoma de una cepa aislada en la provincia de Santa Fe.
“Los resultados fueron espectaculares (…) encontramos 27 genes potencialmente insecticidas ”, aseguró Leopoldo.
La segunda fase del proyecto es, según el líder de los científicos, la más desafiante y costosa y podría requerir de la participación de empresas: hay que determinar la capacidad insecticida de la proteína codificada y producida por cada gen insecticida.
Para esto, hay que expresar la proteína mediante técnicas de biología molecular, purificarla, y hacer bioensayos contra plagas de relevancia nacional e internacional, indicó el experto.
Los investigadores creen que, en un futuro, existirá la posibilidad de utilizar estos genes insecticidas para diseñar nuevas plantas transgénicas resistentes a los insectos plaga.