Es un domingo de julio en Resistencia, capital del Chaco, y a pesar de que el suelo amanece escarchado en casi todo el país, aquí los más de 300.000 habitantes usan remera manga corta por las tardes. El colectivo nos lleva a Colonia Benitez, un pueblo rural que se dedica a la horticultura y que todos los guías de turismo ofrecen como atractivo.
El camino es por la Ruta Nacional 11 y recorremos los 15 kilómetros que nos separan de Colonia Benítez, apodada el Jardín botánico del Chaco. Lo primero que vemos es -justo abajo del cartel colgante que da la bienvenida al pueblo- un grupo de cabras, tal vez veinte, que cruza la ruta en cámara lenta, demoradas por el sol del mediodía.
Un almacén donde no entra la luz del sol es lo único que parece tener vida. Justo hoy no venden los sandwiches que anuncia el cartel de afuera, por eso, dos horas más tarde los pomelos que encontramos dispersos al pie de los árboles serán el almuerzo: robustos frutales invaden el pueblo entero; naranjas y pomelos son pelotas de fútbol que reposan en las veredas cubiertas de pasto.
Las casas tiene techos bajos y grandes ventanas desde donde se ven terrenos arbolados. Si el espacio es aire, aquí se respira más y mejor, a pesar de que el sol es una bola de fuego que brilla en pleno julio y el calor saca las ganas de tomar mate.
Luis saca a pastar a su caballo y junta pomelos en una bolsa de arpillera. Tiene las manos con cicatrices y una leve joroba en la espalda, pero no debe superar los treinta años. «Colonia Benítez fue una de las primeras localidades y colonias agrícolas de la provincia, cuando el cultivo del algodón era lo más importante. Después perdió vigencia, y lo que fue una ciudad terminó como un pequeño pueblo rural», nos cuenta.
Se estima que esta colonia fue fundada el 11 de marzo de 1888 por los hermanos Manuel y Félix Benítez, los primeros propietarios de estas tierras y dueños de la empresa Colonizadora Popular.
El jardín botánico
«Un auténtico jardín botánico de una hectárea, el único de la provincia, cuyo valor e importancia trascendió a los centros científicos nacionales e internacionales», dice el folleto. Se refiere al Museo, Casa y Jardín Augusto Schulz, formado por paredes de 40 centímetros encerradas en un grueso enrejado negro con curvas y contracurvas, y un espacio verde de una hectárea donde brillan los pomelos amarillos.
Aquí vivió el doctor Augusto Gustavo Schulz, quién además fue botánico, maestro, técnico del INTA, entomólogo, y una figura importante de Colonia Benítez por su compromiso con el barrio. La calle lleva su nombre, al igual que una de las tres escuelas del pueblo.
El museo fue declarado en 1997 patrimonio cultural del Chaco y monumento histórico nacional. Reúne desde 1926 más de 10.000 especies de plantas, siendo la única colección en su género del nordeste argentino.
Hay ejemplares de toda América, Europa, África y Asia. Se destaca entre otras cosas la colección de orquídeas chaqueñas.
Cuando uno se aleja el perfume a cítrico queda en la ropa. El sol de la tarde empieza a esconderse en el horizonte del campo y pinta de naranja las copas de los árboles. Y uno siente que extrañaba ver el horizonte, escuchar el silencio y vivir al ritmo lento de un pueblo rural como Colonia Benítez.
Fotos: Esteban Raies