La luna comienza a escalar los cerros de la provincia de San Luis y los ilumina como un reflector. A lo lejos, sobre la Ruta Nacional 7, se ve y se escucha una camioneta. Dentro de ella Sol y Juan miran un mapa y señalan a la provincia de Chubut: ese será el próximo destino para dictar sus talleres de literatura y mostrar su biblioteca.
Los dos aventureros que nacieron en Capital Federal y se definen como «porteños en rehabilitación», están cumpliendo un sueño: viajar por el país, cambiar sus vidas, dejar de correr delante de un ritmo urbano que los empujaba con fuerza y los lanzaba al vacío de la rutina, de la falta de tiempo. “Nos dimos cuenta que eso no es vida, sino que se nos escapaba. Así que decidimos salir a buscarla y viajando fue la mejor forma que encontramos”, cuenta Juan.
Sol tiene 30 años y es maestra de nivel inicial, profesión que ejercía en distintos colegios de Capital Federal. Juan está a punto de cumplir 31 y es licenciado y docente en Comunicación. Ambos cumplieron su sueño y lo bautizaron «Destino Nómade», con el que hace un año recorren el país a bordo de «Babelita», una casilla rodante que es remolcada por «Vitarita», la camioneta.
Los protagonistas de esta historia diseminan por los caminos sus talleres literarios. Por eso su casilla dice en letras negras: biblioteca rodante. De eso viven y eso disfrutan hacer. «Los talleres literarios se han vuelto la sangre del viaje, nos facilita recursos para vivir y nos permite conocer mucha gente y disfrutar más tiempo cada lugar donde paramos. Es un estilo de vida muy divertido. Nos encanta conocer lugares nuevos y compartir momentos de lectura y escritura con los chicos en nuestra biblioteca», le cuenta Sol a esta cronista. Lo hace con una sonrisa que demuestra todo lo que afirma. Sus ojos brillan un poco más cuando habla sobre la capacidad que tiene los niños de imaginar historias y personajes.
Alquilaban un departamento en Capital Federal. Cambiaron las comodidades y los espacios por la aventura: hoy viven en «Babelita» y en la camioneta. A veces se hospedan en casas de familias.
“Al ver la casilla creen que tenemos una biblioteca dentro de ella y ahí es cuando les explicamos que allí vivimos y que el cajón de libros va en la camioneta. En general así comienzan todas las conversaciones con las personas de los diferentes lugares y es automática la cara de asombro por la idea, el proyecto, los talleres, el modo de viaje, y los libros”, afirma Juan.
“Creemos en el valor de la palabra para comunicar deseos, necesidades, ideas y sensaciones. Sin embargo, hoy en día cuesta mucho incentivar el acercamiento de los niños y adolescentes a los libros, y es por eso que muchos de los talleres en escuelas los hacemos en la biblioteca, para que conozcan ese espacio y se animen a buscar libros. La lectura y la escritura son herramientas fundamentales para empoderar a las personas y que logren ser autores de sus propias historias”.
Hace once meses que Sol y Juan viajan y dictan sus talleres. La «biblioteca rodante» dejó sus marcas en medio país: atravesaron la Patagonia y recorrieron la región de Cuyo. Aunque parece un largo recorrido, están convencidos que les queda mucho por andar. Que el camino recién empieza y que quieren ver más lunas iluminando sus libros en cada ruta del país.
Fotos: Destino Nómade