En el laberinto de Borges todos pueden perderse

En San Rafael, provincia de Mendoza, reabrieron el Laberinto de Borges, parque en honor al célebre escritor argentino Jorge Luis Borges. Con una extensión de dos hectáreas este parque fue hecho con 8 mil arbustos Boj (cerco inglés siempre verde), que visto desde el aire forma el apellido en espejo de uno de los máximos intelectuales argentinos.

Jorge Luis Borges vivió fascinado por los laberintos. El laberinto borgeano es un sincretismo de lo apocalíptico -maraña caótica sin sentido- y de una profunda esperanza, la eventual revelación de la palabra. Simboliza el proceso transformador de la experiencia humana donde el viajero constantemente se enfrenta a la destrucción, pero también a la creación de sí mismo.

Los arbustos tupidos que conforman las paredes del laberinto tienen 1,80 metro de altura. Fueron plantados en 2003 a partir del diseño de Coate, quien soñó y dibujó un recorrido con el nombre completo de Borges y las iniciales M y K, por María Kodama, quien el 26 de abril de 1986 se casó con el escritor, pocos meses antes de su muerte. Una gran torre de hierro permite, desde sus 18 metros de altura, observar los senderos de 100 por 70 metros y disfrutar del diseño creado por el inglés Randoll Coate.

“Aunque aún no terminamos las obras de la antigua casona de 1860 pronto a convertirse en pulpería, queríamos abrir al público y que los turistas que veranean en San Rafael puedan venir a conocer y disfrutar el lugar”, dijo Nacho Aldao, quien comanda con su familia las obras del próximo centro cultural cercano a la estancia familiar.

El Laberinto de Borges, una obra de interés internacional, está ubicado en el distrito de Cuadro Nacional en la finca Los Alamos, de la familia Aldao Bombal, a diez kilómetros del microcentro de San Rafael, y fue diseñado en base a una idea de la fallecida escritora Susana Bombal y Coate (ambos amigos de Borges) y retomada por Camilo Aldao, también fallecido, y luego seguido por sus hermanos y su padre.
“La idea es que la gente vaya y disfrute el sitio conectándose con el lugar desde lo literario”, señaló Carolina Aldao, cuidadora y regadora empedernida de esos arbustos que hoy crecen fuertes en ese gran croquis tupido y verde.

El arquitecto Horacio Márquez, especialista en construcción ecológica, explicó que la antigua casona tiene típicas características cuyanas con galería al norte y pequeñas ventanas al sur, y fue prácticamente recuperada en su totalidad y reforzada con técnicas modernas que permiten darle la seguridad necesaria a la edificación con cabreadas de madera.

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«Soy el que pese a tan ilustres modos de errar no ha descifrado el laberinto singular y plural, arduo y distinto del tiempo, que es de uno y es de Todos». Jorge Luis Borges.

 

Fuente y foto: Télam