Es un martes de otoño en Esquel, provincia de Chubut, y en el pasto se ve una fina capa de hielo. El cartel de la terminal dice que el micro sale a las 7. «Hasta Piedra Parada hay 130 kilómetros», lanza Miguel, el chofer del micro, mientras despide por su boca una especie de humo y se frota las manos a pesar de tener guantes.
El sol espera agazapado detrás de las montañas y ya se ve a través de las ventanillas los arbustos amarillos y naranjas que acompañarán el viaje. Hay arbustos bajos, espinosos, con hojas diminutas. Pastizales amarillos y verdes rodeados de suelos arenosos con piedras. En cada rincón se nota la ausencia del agua y de todo. El viento sopla enojado y levanta una nube de polvo. Ese, y el del motor del micro, son los únicos sonidos.
Luego de recorrer 130 kilómetros, pasando por Gualjaina y sus 640 habitantes -el último punto con servicios en el camino- se llega a un lugar que duerme entre montañas y aridez: el Área Natural Protegida Piedra Parada, una formación geológica formada hace 50 millones de años tras una gran erupción volcánica.
Lo que expulsó la chimenea del volcán se solidificó y formó esta gran roca de 210 metros de altura.
Es un viaje que remonta al pasado, un sitio de enorme riqueza geológica, arqueológica y paisajística. Parte de la lava salida de lo profundo de la tierra, se convirtió en minerales y rocas de colores amarillo, verde, gris, rojo y rosado que se ven en las proximidades del volcán.
En plena estepa patagónica y en medio del valle del Río Chubut, además de la Piedra Parada, hay geoformas muy peculiares. Las antiguas paredes con huellas del material incandescente atesoran pinturas rupestres que dejaron las poblaciones antiguas de la zona. Es posible acceder a ella desde la ruta y con medios propios, pero si se quiere conocer cada detalle y los secretos de la región, se puede contratar una excursión guiada.
Al cruzar el río Chubut, a pocos metros de la piedra, se ingresa al Cañadón de la Buitrera, de tres kilómetros de largo, flanqueado por paredones de 150 metros de altura. Aquí se halla una excavación realizada en 1979 por un grupo de geólogos que descubrieron la existencia vida de pueblos originarios con una antigüedad de 5100 años en esta zona.
Los paredones contienen rutas de escalada, cuevas y son el hábitat de aves, reptiles y roedores locales como el chinchillón. Se pueden encontrar muy fácilmente fósiles de una gran diversidad de flora y fauna prehistóricas, troncos petrificados, además de impresionantes formaciones rocosas, producto de la erosión.
Apenas se comienza a caminar por el lugar se percibe una energía especial. Sus primeros habitantes eligieron ese espacio para vivir de paso, eran nómades, y no por casualidad documentaron sus costumbres a través de las pictografías rupestres. En medio de un valle colorido y extenso, es posible realizar actividades como el ciclismo de montaña, cabalgatas, trekking y pesca deportiva. O realizar una actividad provechosa para el espíritu: escuchar el silencio de la piedra más grande del mundo.
En 2013 Piedra Parada fue sede del Petzl RocTrip, una de los encuentros de escalada más importantes del mundo
¿Cómo llegar?
Se parte de la ciudad de Esquel por la Ruta Nacional Nº 40. Tras 17 kilómetros de recorrido se realiza un desvío por la Ruta Provincial Nº 12. Son 65 kilómetros hasta llegar a un camino de ripio que nos acerca al pueblito de Gualjaina, a 42 kilómetros de Piedra Parada.