En Argentina el 68 por ciento de los adultos y 41 por ciento de los niños, niñas y adolescentes de 5 a 17 años tienen exceso de peso.
Según la segunda encuesta nacional de nutrición y salud (ENNyS), sólo uno de cada tres argentinos consume frutas y verduras al menos una vez por día, alejándose de las recomendaciones de las Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA).
Los sistemas alimentarios y los patrones de consumo de alimentos y bebidas se fueron modificando a nivel mundial en las últimas décadas y también en nuestro país donde hoy siete de cada diez adultos tienen exceso de peso, sobrepeso y obesidad, con una tendencia en aumento. Hay una disminución del consumo de alimentos naturales y preparaciones “hechas en casa”, fueron reemplazados por un mayor consumo de alimentos producidos y procesados industrialmente.
La Encuesta también develó que casi cuatro de cada diez argentinos toma bebidas azucaradas a diario y más de tres de cada diez consume golosinas (caramelos, alfajores, chupetines, chicles, entre otros) dos o más veces por semana. A su vez, una parte de la población consume de forma habitual productos de pastelería, cereales azucarados, galletitas dulces y snacks.
“Esta situación se torna aún más grave en niños, niñas y adolescentes, quienes consumen un 40 por ciento más de bebidas azucaradas, el doble de productos de pastelería, galletitas dulces y snacks salados y el triple de golosinas respecto de los adultos”, aseguró la licenciada en Nutrición Carolina Simonet (MP 3682).
Prácticamente todos los alimentos que se consumen en la actualidad se procesan de alguna manera, para hacerlos más comestibles y agradables, o para preservarlos para un consumo posterior. Muchos tipos de procesamiento son indispensables, beneficiosos o inocuos; en cambio, otros son perjudiciales para la salud humana.
“El consumo desmedido de productos ultraprocesados es problemático para la salud humana por múltiples razones: tienen una baja calidad nutricional; por lo general tienen sabores intensos y agregado de ingredientes que generan un consumo excesivo; imitan a los alimentos naturales y; en algunos casos, se los ve erróneamente como saludables. Utilizan paquetes y estrategias de marketing atractivas, y ocasionan efectos negativos en diversos aspectos culturales, sociales, económicos y ambientales”, explicó la licenciada en Nutrición, Josefina Locatelli (MP4095).
Es necesario reducir el riesgo para la salud que plantean dichos productos por medio de una disminución de su consumo, y para esto es fundamental que la población tenga conocimiento respecto de lo que contienen.
Si bien hay un debate en el Congreso nacional, Argentina aun no cuenta con un sistema de etiquetado que informe a la población sobre el contenido de nutrientes críticos y tampoco es obligatorio declarar los azúcares en productos envasados.