Oracióntapa

Libros: Oración, de María Moreno

Las cartas de Rodolfo Walsh a su hija Vicki y a sus amigos hacia fines de 1976 son el disparador para una reflexión sobre la memoria, las filiaciones, la revolución y el cuerpo. Por Andrés Buisán.

Oración de María Moreno es un libro que pudo ser escrito porque otro no lo fue, según se aclara en su inicio. Sabemos el tema de aquel que no fue, “la moral sexual en las organizaciones revolucionarias de los años setenta en la Argentina”, pero no los procedimientos y montajes de eso que no fue. En cambio, tenemos un libro hecho de puntos ciegos, de lecturas de matices que destapan falsedades de creencias consensuadas; un libro que es una apuesta estética y política, que se presenta como una relectura de los setenta, de Walsh, en forma de elegía pero que no procura un lamento sino una crítica, un deseo de arrojar una luz, un nuevo amanecer, para el cual hay que descifrar los símbolos que nos enceguecen.

El punto de partida del libro es la “Carta a Vicki” y la “Carta a mis amigos”, escritas por Rodolfo Walsh a fines de 1976. A ellas les sigue la lectura que hace María Moreno. Una lectura que no pierde el detalle, que puede desplegar páginas escritas sobre una sola palabra de una carta. Una lectura que, como toda buena lectura, no deja de convocar textos que la enriquecen de sentidos. Una lectura que modifica el hipotético contrato de lectura de las cartas para volverlas ficción. Así, la indagación inicial, el vínculo de padre e hija y la escena de su muerte, se va abriendo a nuevos y viejos interrogantes, como el valor estético, la búsqueda de verdad y representación, el lugar y la voz de mujeres, madres e hijas; y hasta suponemos que aparecen, por momentos, esbozos o notas del libro no realizado sobre la moral sexual en las organizaciones.

Poco a poco, la lectura de las cartas va desplegándose en glosas de novelas, películas, ensayos, que nos hablan de la experiencia traumática de la dictadura, en especial, de los vínculos entre padres, madres e hijas. La novela El Dock de Matilde Sánchez, la película “Los rubios” de Albertina Carri, la crónica “Aparecida” de Marta Dillon, la obra teatral Mi vida después de Lola Arias y un libro surgido de un blog, Diario de una princesa Montonera de Mariana Eva Perez. Relatos en diversos lenguajes, sobre los que vuela una pregunta central para el arte: cómo representar la dictadura, el horror, las situaciones traumáticas, por fuera del principio de referencialidad. El arte puede alcanzar una verdad, el tema es cómo lo hace, a través de qué procedimientos se puede llegar a ella, sabiendo que en el nombre de la rosa no está la rosa.

Hace varios años leí un artículo de María Moreno en el que decía una evidencia invisible: que el testimonio en Walsh era más un recurso artístico que periodístico. De esta manera, el grabador, que asegura la veracidad de las palabras del testigo, deja de ser el elemento que garantiza la verdad del texto. No es que la cinta grabada inventaba palabras no dichas, sino que el montaje de esas palabras no obedece a la rigurosidad periodística. El valor es artístico. Y siendo este el valor, la pregunta por lo fidedigno y lo verdadero se vuelve obsoleta. Y si está mal planteada la pregunta por lo verdadero y falso, también lo está la del héroe y el traidor, la de la hazaña militante o la responsabilidad familiar. Quizás también la disyuntiva del escritor o el militante, pensando en una conjunción permanente.

En Oración, María Moreno desmiente nada menos que al propio Walsh. ¿Todos hemos caído en la trampa de creer en el “dato duro”? Me temo que muchos. Moreno dice que “el número es para él una figura retórica, es cierto, pero no es verdad ni mentira.”  Pensemos en la “Carta a la junta”, plagada de números. Moreno nos dice que estos importan como figuras retóricas, como el aumentativo y el diminutivo. Ergo, deben ser treinta mil. La pregunta por si fue esa cantidad, por lo tanto, está mal planteada.

“Ustedes no nos matan –dijo-, nosotros elegimos morir”, dice Walsh que dijo su hija Vicki antes de matarse. ¿Lo dijo ella o lo dijo su compañero?, ¿quién era su compañero? Y si era un superior, ¿fue una orden para ella? Rumores que circulan de boca en boca, que llegan a través de cronistas populares que dejan ver que no lo dijo ella. Rodolfo lo supo, lo habló con su otra hija Patricia, quien le pidió que lo modifique. No lo cambió o no llegó a cambiarlo. ¿Era importante cambiarlo o no era importante para la construcción de esa escena?

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El archivo emerge por las páginas de Oración. No solo en las cartas de Walsh, sino en los diarios de la época. Moreno lee cartas de familiares y notas de los “enfrentamientos” que publicaban los diarios de entonces. Esa lectura es doble: se centra en la retórica de los textos puntuales que le interesa reponer; pero no descuida los textos que los rodean. Así una carta de un familiar que no entiende por qué su hijo o hija eligió la “guerrilla”, adquiere sentido en otro lado, a partir de la diagramación de la página del periódico que coloca la noticia de un “enfrentamiento” pegada a ella. De esta manera, la lectura crítica periodística se produce siempre buscando el sentido de un texto en otro.

Sobre el pantano de lo verdadero se despliegan las páginas de Oración. Un terreno resbaladizo, escurridizo, incierto, pero que está ahí. No podemos decir que se “falta a la verdad”, o que se “reivindica una verdad”. Podemos sí indagar sus modalidades, buscarla en lo no evidente, incluso en el dato o testimonio falso. Una forma de verdad que se rige por parámetros retóricos, de persuasión, de adhesión a las ideas, de alcance, pero no por lo verdadero o falso de un dato, información o una cifra. Es una verdad retórica, que depende más de la cantidad de adeptos que logre su efecto de lectura que de una referencia. Siempre, claro, mientras emane de una búsqueda artística. Teniendo en cuenta esto, Moreno se formula esta pregunta: “¿Por qué la ficción se opondría al documento?”.

Oración de María Moreno es un ensayo de lecturas, de lectura de una época, de obras que buscan representarla, de cartas, de los periódicos de entonces y de testimonios. Es una apuesta de lectura fundada en contratos que transforman todo texto en ficción, para que broten nuevos sentidos. Es una interrogación de los vínculos de filiación biológica que se tornan políticos por su formulación estética.

Oración. Carta a Vicki y otras elegías políticas, de María Moreno (2018). Random House Mondadori, 383 páginas.