Daniel Link narra su relación con la lectura y las bibliotecas desde su infancia hasta su actual trabajo en la cátedra de Literatura del Siglo XX en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Esa narración es, como lo plantea el título, el relato de su vida. La formación lectora no es más ni menos que la formación del propio ser. Es el modelado de un ser en arcilla, que todavía parece resistir la sequedad. Por Andrés Buisán.
El libro no solo “habla” de las lecturas, sino que las expone. Cada capítulo es un péndulo que oscila entre lo anecdótico y la teorización de la lectura.
La cronología de vida comienza con las lecturas familiares y sus primeras bibliotecas, la lectura experimental de la señorita Celia y la lógica del desafío de la profesora del secundario María Inés Fernández. Le sigue su inserción en el mundo académico de la mano de Enrique Pezzoni, quien, entre otras cosas, le mostró el valor de la teoría y la lectura bajo el signo de la sospecha. En los cursos clandestinos con Beatriz Sarlo, se introdujo en el formalismo, el estructuralismo, la sociología y los estudios culturales.
En la mitad del libro, el eje cronológico se trastoca por su devenir laboral: en Ediciones de la Flor, en el Ciclo Básico Común y su trabajo pedagógico. Esta parte da cuenta de una diversidad de facetas que suponen lecturas (y escrituras) distintas: leer como editor o periodista, hacer una lectura política, leer y escribir desde la didáctica. El último capítulo, dedicado a sus amistades, está escrito en tercera persona, pero evidencia la admiración por las lecturas y libros ajenos, en particular, al rescatar los gestos críticos de las intervenciones de cada uno.
El libro de Daniel Link expone una vida, pero también deja entrever en cada episodio un “espíritu de época”. Vemos así que la lectura es un tránsito personal, pero también una práctica social. |
Por eso, adquiere vida en un contexto y en un ser enfermizo, pobre, metódico y pasional. En ese devenir, se encuentran personas notables que dejan huellas que van configurando un modo de leer y la propia voz. Pero esa individualidad puede disolverse en tanto se transmite o encarna en otras voces. Qué mejor reconocimiento para un maestro que escuchar el eco de su voz en la palabra ajena de los alumnos. Así, uno se pierde en el otro y viceversa, se confunden y anulan, como la lectura y la escritura o como la lectura y la vida.
La lectura: una vida. Daniel Link (Ampersand, 2017). 214 páginas.