El barro es el resultado de agua abundante y tierra. El barro ensucia, mancha, salpica, humedece. Podemos hundirnos en el barro y no salir o que nos sea difícil salir. Nos puede enceguecer, hacernos caminar con los ojos tapados. Por Andrés Buisán.
Plop es la onomatopeya de una caída en el barro. Es una expresión que empieza y termina con “p”, de poder; y contiene la “o”. Las características del barro pueden ser también las del poder. La novela de Rafael Pinedo se estructura en muchos capítulos breves. Rodean estos un “Prólogo” y un “Epílogo”, también con “p” y “o”.
Transcurre en un Asentamiento y sus alrededores. El lugar es impreciso, pero está definido por la incertidumbre de la lluvia constante, el barro y una geografía rudimentaria. La colectividad que lo habita se organiza en torno de jerarquías –la principal, el Comisario General- y brigadas o grupos con tareas específicas.
Los miembros de esta colectividad poseen costumbres rígidas, rituales singulares y hasta un repertorio de refranes consecuentes con los hábitos prescriptos. Hay varios capítulos que exponen las costumbres de la colectividad. Estos tienden a describir los hábitos singulares del grupo, como el tabú de mostrar la lengua; se asemejan a un registro etnográfico, que lleva al lector a juzgarlos a partir de la lógica propia del relato.
Insinuación de sexualidad libre (pero naturalizada con crueldad en distintos rituales. Plop sumerge al lector en una lógica cultural del barro, que no es ajena a la narración centrada en un personaje.
Entre estos primeros capítulos descriptivos se teje una trama hilada en el personaje Plop, quien recibió este nombre por haber caído en el barro cuando nació. La historia de Plop es una historia de ascenso, de conquistas, de deseos, particularmente, de afán de poder. Personaje que reproduce las costumbres, pero no duda en transgredirlas si es necesario para conquistar un escalón más. Quiere poder.
Pero parece desconocer que el poder puede tener grietas si se vuelve unipersonal, llevado a un autoritarismo aparentemente imposible en esa lógica cultural del barro, hecha sobre una aparente crueldad y sangre.
La novela contiene ecos de la ciencia ficción singular de Marcelo Cohen, no casualmente director de la Colección C de Interzona, donde se publica la novela; y reminiscencias del realismo de “El matadero” de Esteban Echevarría, espacio habitado por achuradoras y matarifes que se tiran con barro, decapitan a un niño, cortan las partes íntimas de animales/personas.
Tanto en uno como en otro relato, se exalta la corporalidad, lo físico –no hay mundo interior, pensamientos; en todo caso, los personajes, como Tini, se mueven, sus sentimientos se aprehenden por sus acciones-. También, como en “El matadero” (Esteban Echevarría) todo está atravesado por el temor y el poder.
Cuchillazos secos, certeros, la muerte segura, rápida, sin agonía. Cuerpos herméticos a sus almas evidencian sus deseos y emociones en sus conductas. Plop define su estilo en la sintaxis: capítulos cortos, oraciones breves y párrafos pequeños que van tajeando el relato a cuchillazos.
No hay lugar para adjetivaciones, pues no hay juicios sobre esas costumbres. La novela relata el barro, la humedad del poder y la ambición. El barro puede secarse. Y cuando se seca, se vuelve costra y se llena de grietas. En 2002 Plop obtuvo el Premio de Novela Casa de las Américas. Una década después ya es un clásico de culto.
Plop, de Rafael Pinedo. Interzona. 131 páginas. 2006