En base a la obra clásica de la no ficción argentina, Vicente Battista bucea en la figura de Walsh, su literatura, su investigación y sus huellas políticas. Por Andrés Buisán.
“Hay un fusilado que vive” fue la frase que despertó la curiosidad en Rodolfo Walsh y lo llevó a realizar una investigación sobre los fusilamientos de José León Suárez que quedó retratada para la posteridad en Operación Masacre. “’Operación Masacre’ cambió mi vida” fueron las palabras de Walsh que llevaron a Vicente Battista a darle forma a Walsh, 1957. Acerca de Operación Masacre.
La piedra basal del libro de Battista son los escritos de Walsh sobre los fusilamientos, y en torno de esos papeles se cifra una vida entera. El texto tiene tres capítulos: en el primero se narra el “antes de”, en el segundo “el durante” y en el tercero “el después”. Nuevamente se vuelve sobre la figura de Walsh, su vida, su literatura, su investigación y sus huellas políticas.
Si bien esta breve pero potente biografía sobre Rodolfo Walsh gira alrededor de ese opus mayor de la no-ficción argentina que fue Operación Masacre, se permite ciertas licencias que enriquecen la narración. Hay escenas de la vida de Walsh que se describen como hipotéticas, intuyendo pensamientos y creencias, así como el mismo biografiado supo hacer en “Las personas”, aquel emblemático capítulo de Operación Masacre que retrata las víctimas de los fusilamientos.
Toda biografía invoca a la selección de acontecimientos a narrar, y en este caso Battista recoge algunos momentos de la vida de Walsh, tal vez los menos resaltados por el mito, aunque no por ello desconocidos, como su militancia del género policial, su entusiasmo por el ajedrez y sobre todo su desapasionada adhesión a la Alianza Libertadora Nacionalista, que lo llevó, entre otras cosas, a apoyar el golpe contra Perón en 1955, así como a conocer a Rogelio García Lupo y Jorge Ricardo Masetti.
El capítulo dedicado a Operación Masacre comenta sobre todo las versiones previas al libro, en particular el derrotero para publicar las primeras notas; la denuncia de Livraga publicada finalmente por Leónidas Barletta en Propósitos, las notas siguientes en Revolución Nacional y luego en la revista Mayoría.
Finalmente ese libro que “no encuentra editor” halló uno en la derecha nacionalista. Fue Marcelo Sánchez Sorondo, una de las expresiones del nacionalismo católico, quien lo publicó a través de Ediciones Sigla. Su aprecio por Walsh no se resentiría por alejamientos en las ideas. Battista resalta la paradoja de un libro con “tintes de izquierda aparecía publicado en un medio claramente de derecha”. El autor analiza la relación con la génesis del “nuevo periodismo” y las partes, géneros y estilos que el libro tiene.
El último capítulo repasa la actividad de Walsh en relación con las otras dos grandes obras de investigación, Caso Satanowsky y ¿Quién mató a Rosendo?; el pasaje por Cuba y Prensa Latina, así como la participación en el semanario de la CGT de los Argentinos y la deriva en Montoneros. Hacia el final, la carta ocupa un lugar importante y sobre todo la reconstrucción de la escena de su muerte.
Otros tópicos abordados sobre la vida de Walsh son su creciente preocupación política y su incidencia directa en la práctica de la escritura. También, su situación económica a lo largo de los años y sus vínculos amorosos con Elina Tejerina, Enriqueta Muñiz, Poupée Blanchard, Susana “Pirí” Lugones y Lilia Ferreyra.
Hace unos meses atrás la escritora María Moreno le dedicó a Walsh Oración y ahora Battista hace lo propio con esta biografía. En estas publicaciones se observa que la vuelta sobre la figura de Walsh es una forma de resistir a su canonización, que, por cierto, él habría detestado sólo por su connotación religiosa. Esa mitificación va en contra de todo su recorrido literario, político y amoroso, marcado por vicisitudes que esquivan la fijación.
En este sentido, las obras de Moreno y Battista invitan a dudar de la mitificación de Walsh. Así él no es peronista, ni anti, ni montonero; no es un mero escritor de enigmas policiales ni el maestro de la investigación periodística. Es todo eso junto sumado a la incertidumbre propia de todo ser lúcido y crítico que aprendió durante su vida que la verdad no está tanto en los hechos como en la forma de contarlos y que la justicia es más difícil encontrarla en el poder judicial dependiente que en la narración.
Walsh, 1957. Acerca de Operación Masacre, de Vicente Battista. UNIPE: Editorial Universitaria (2019). 155 páginas.