Utilizar energía solar en una de las zonas más frías del planeta parece ciencia ficción, sin embargo expertos argentinos se encargaron de que sea posible: en la Antártida Argentina, donde las temperaturas llegan fácilmente a los treinta grados bajo cero y los vientos pueden soplar a 120 kilómetros por hora, se están haciendo pruebas para la utilización de energía solar: en la Base Marambio instalaron un sistema fotovoltaico que alcanzó un rendimiento óptimo, apenas un 30% menor de lo que se consigue en Capital Federal. Un caso de éxito que marca el rumbo en tierra firme.
Con una temperatura promedio anual de nueve grados bajo cero, el sistema fotovoltaico instalado en la Antártida alcanzó un rendimiento óptimo.
Esta prueba piloto que comenzó en el frío verano de 2014 estuvo a cargo de Iresud, un colectivo público y privado conformado por especialistas de la Comisión Nacional de Energía Atómica, la Universidad Nacional de San Martín y cinco reconocidas empresas del sector energético.
Cómo hicieron el trabajo
Con poco tiempo para el trabajo y en vísperas de la navidad, arribaron los ingenieros Hernán Socolovsky y Sebastián Muñoz, junto con los técnicos Daniel Raggio y Oscar Romanelli. Tenían una misión ardua pero apasionante: generar energía solar en medio de la nieve, en el extremo sur del planeta.
Luego de un viaje que sólo es posible por aire, instalaron un sistema de 1.92 kWp de potencia, compuesto por 8 módulos fotovoltaicos de silicio de 240 Wp cada uno y un inversor de tensión para conexión a red de 1,5 kW. El lugar seleccionado fueron los techos del edificio de la terminal aérea.
A poco más de un año del seguimiento de la información, los expertos festejan por los resultados: «Nos llevamos una grata sorpresa, el equipo generó el 66% de la energía que la misma instalación inyectó en la red en Buenos Aires. Ahora hay mucho interés en realizar una instalación de mayor porte“, explica Hernán.
La sorpresa radica en que, además del hecho de estar en el lugar más frío del país, no se pudieron hacer los habituales estudios de mediciones previos. El próximo paso sería ir por un sistema más grande: de 20 kWp de potencia.
«Las limitaciones actuales para aumentar la potencia pasan por el financiamiento de los equipos y por la logística para llevar a cabo el trabajo”, explicó el científico. Para transportar los paneles es prácticamente obligatoria la utilización de helicópteros.
El sistema fotovoltaico que se eligió cubriría un alto porcentaje de consumo de una vivienda familiar en Buenos Aires. Sin embargo, la Base Marambio es, desde el punto de vista del consumo, como un pueblo: cuenta con alojamientos para el personal, talleres de mantenimiento, usina, enlaces de radio, planta de tratamiento de residuos cloacales, centro meteorológico, museo y hangarpara aeronaves. Por eso, pudo abastecer el 0,1% de los kWh totales consumidos en un año. De todos modos, permitió el ahorro de cuatro barriles de gasoil de 200 litros, que se hubiesen comprado para generar energía eléctrica.
Entre mayo y agosto el sistema proporciona poca energía a la red por dos factores: por un lado, a raíz de la baja radiación que predomina en Marambio en pleno invierno. Otro factor es la acumulación de nieve sobre los paneles solares.
A nivel nacional el Gobierno está evaluando una normativa que -se supone- sería prioridad para 2017. Mientras tanto, se está dando un gran debate: definir el esquema conveniente. En general, hay coincidencia en ofrecer estímulos económicos al pago de la energía limpia, además de financiamiento para la compra de la tecnología. Sólo de esta manera, se podrá motivar el desarrollo del mercado, analizan técnicos y empresas del rubro.
Si en la Antártida mostró resultados, podemos imaginar en Cuyo, Centro y el Norte Argentino, donde el sol golpea a toda hora del día.
La superficie estimada de la Antártida Argentina es de un millón y medio de kilómetros cuadrados y las temperaturas oscilan entre 0 ºC en verano y -60 °C en invierno, aunque en ciertos puntos puede descender a los -82 °C.